Encuestas, estudios sobre envejecimiento activo y calidad de vida, entrevistas con especialistas y el trato frecuente con personas senior: son muchas las fuentes que hay que consultar para enunciar lo que más nos favorece a los mayores de 65 años. Por suerte, son fuentes que manejamos habitualmente y que nos permiten proponer siete aspectos que aparecen repetidamente citados como importantes para los que ya peinamos canas. Son estos:
- Optimismo: ver las cosas con un cierto prisma de positividad ayuda siempre en la vida. Hay incluso estudios que vinculan a esta actitud vital a que las cosas nos vayan realmente mejor. En cualquier caso, no ver siempre el lado malo de las cosas y ponderar siempre lo que tenemos hace que pasemos mejor nuestros días.
- Asumir nuestra edad: y aprender a manejar la frustración que pueden causarnos los cambios en nuestro cuerpo que traen los años y vivir acorde a ellos. Por otro lado, aceptarse sin complejos es un largo aprendizaje, que podemos culminar en la edad madura. Lo que no significa resignarse o pensar que ya no estamos para según qué trotes. Siempre somos capaces de más de lo que pensamos, por más que nos cueste un poco más que antes.
- Mantener la curiosidad: no pensar que lo sabemos todo y darnos cuenta de que siempre podemos aprender nuevas cosas, abrirnos a nuevos entusiasmos, encontrar nuevas aficiones y sorprendernos con nuevos conocimientos. Las personas que tienen ese afán de aprender se manifiestan más satisfechas y suelen tener menos problemas de pérdida de memoria y deterioro neuronal.
- Contacto con la naturaleza: por muy distintos medios, sea paseando por parques, haciendo excursiones, bañándose en el mar, cuidando de nuestras flores o saliendo a hacer ejercicio. Pero es una constante que esa relación con el entorno natural sea apreciada y se cite como un elemento que proporciona calidad de vida.
- Vivir plenamente el presente: la vida es frágil y puede cambiar en un instante, por eso hay que aprovechar el aquí y el ahora, hacer las cosas que queramos hacer, decir lo que tengamos que decir y no consumirse en la preocupación por lo que el futuro traerá. Pero esto tiene también otra dimensión, es bonito recordar el pasado y pensar en los buenos viejos tiempos, pero el hoy está delante de nosotros y podemos seguir implicándonos en él, estar al día de lo que ocurre o participando de sus cambios. Que la edad no nos retire, al menos del todo, del mundanal ruido.
- Buen humor: no se trata solo de tomarse las cosas más en serio de lo que merecen o de ser agradable con los demás (lo que suele propiciar que lo sean con nosotros), sino de no irse nunca a la cama enfadado o disgustado, hacer balance de las cosas que hacen agradable la vida y recordar que no merece la pena que nadie nos quite la sonrisa si no hay algo muy grave que lo justifique.
- Conservar los afectos: buenas relaciones con el entorno familiar son motivo indudable de bienestar para quienes las tienen, pero no son las únicas que debemos atender, lazos fuertes de amistad y compañerismo son un bien incalculable para aquellos que llegan a la tercera edad con ellos intactos.