“La gratitud no es sólo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. (Cicerón)
Gracias, merçi, thank you, grazie… sabemos expresarlo en infinidad de idiomas. En ocasiones lo pronunciamos junto a una enorme sonrisa; otras, con la boca pequeña o sin mucha gana. Pero la mayoría de las veces nos brota de forma automática, como un principio básico de educación que nos han inculcado desde pequeños. Es por ello que muchos de los ‘gracias’ que decimos no vienen siempre de la mano de lo único que debe inspirarlos: la gratitud. Según el diccionario ésta se define como: “Sentimiento de estima y reconocimiento que una persona tiene hacia quien le ha hecho un favor o prestado un servicio, por el cual desea corresponderle”. Y así es. Es un sentimiento puro y profundo, capaz de cambiar nuestra actitud y nuestro estado de ánimo. A continuación conocerás el porqué.
Desde que somos pequeños aprendemos a dar las gracias, pero pocas veces prestamos atención al verdadero significado de esta palabra. ¿Por qué insistimos en que no es suficiente decir solamente ‘Gracias’? Está tan desgastada por el uso coloquial, que ha perdido significado y contenido. De ahí la importancia de convertirla en acción. De este modo, demostramos a la otra persona que apreciamos verdaderamente lo que ha dicho, hecho o compartido. La gratitud nos enseña la satisfacción que existe en ser cómplices de la felicidad ajena.
Los agradecidos son también personas que difícilmente dan cabida a sentimientos negativos como el resentimiento y la envidia. Son capaces de sentir gratitud, precisamente porque eligen ver lo mejor de las personas y guardarlo en la memoria. Por lo que se ve, todo ventajas.
“Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no darlo.” (William Arthur Ward)
¿Y qué opina la ciencia al respecto? Los psicólogos Robert Emmons y Michael McCullough llevaron a cabo una serie de experimentos en los que pidieron a un grupo de personas que escribieran cada día al menos 5 cosas, que podían ser de mayor o menor importancia, por las que se sintieran agradecidas. Resulta que dedicar unos minutos diarios a expresar la gratitud que una persona siente por los hechos de su vida puede tener notables consecuencias: el grupo que participó expresando su gratitud experimentó niveles más elevados de bienestar personal y emociones positivas; se sentían más felices, enérgicos y optimistas. También se mostraron más generosos y dispuestos a ayudar a otros. Además dormían mejor, sentían ganas de hacer más ejercicio y tuvieron menos síntomas de enfermedades. Una vez que establecemos el hábito de manifestar nuestra gratitud, ya no hace falta que pase nada especial para sentirnos felices. ¡Y seguimos enumerando ventajas!
Hagamos la prueba
Unos años antes de que Emmons y McCullough publicaran los resultados de su investigación, Tal Ben-Shahar (el profesor que imparte el curso de psicología positiva más popular de Harvard) comenzó a aconsejar a sus alumnos (posteriormente a sus lectores a través de su libro “Practicar la felicidad”), que realizaran el siguiente ejercicio:
Cada día de esta semana escriba, por la noche, al menos 5 cosas por las que se sienta agradecido. La clave de este ejercicio es hacerlo manteniendo la mente consciente en las cosas que mencionamos, no sólo nombrarlas. De tal forma, aquello en lo que nos concentramos se expande, y cuando nos concentramos en las bondades de la vida, creamos más bondad. Y tengamos muy en cuenta que está demostrado: las personas agradecidas son más felices, se sienten menos deprimidas, menos estresadas y más satisfechas con sus vidas y sus relaciones sociales. Así que no perdamos ni un segundo en ponerlo en práctica. ¡Gracias a todos por leernos y compartir esta valiosa información!
“Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud”. (Jean de la Bruyère)