La piña, una fruta completa y sabrosa

Las propiedades que adornan a esta fruta ácida, dulce y vistosa la convierten en una favorita de todos. La piña es además un emblema de exotismo, que nos transporta con su forma tan particular y su aroma inconfundible a paraísos lejanos. Sin embargo, tiene unos requisitos climáticos bastante exigentes, por lo que su producción se limita a países tropicales, especialmente a Costa Rica, Brasil, Filipinas y Tailandia, que son los grandes exportadores mundiales. En España se cultiva, pero en Canarias, por lo que en la mayoría de casos sigue siendo necesario transportarla desde lejos para que llegue a nuestras mesas.

Este hecho explica en parte su precio, más elevado que el de otras frutas y que puede ser un obstáculo para las economías más modestas. Siempre ha sido así y las variaciones en las lluvias, además, pueden provocar oscilaciones fuertes del mercado. El precio depende también de si las piñas han sido transportadas en barco o en avión: las primeras son más económicas, pero también implica que cuando las adquirimos ha pasado casi un mes desde su recolecta. Por eso, algunas importadoras han empezado a trabajar con abastecimiento aéreo o por ruta marítima directa, lo que indudablemente permite un producto más fresco, pero también, por regla general, algo más caro, por encima de los 3 €/Kg.

Si esto no supone un impedimento, tendremos a cambio una fruta que reúne todo lo que hay de bueno en ellas. Para las personas mayores es muy beneficiosa ya que, es fuente variada de vitaminas, en concreto de vitamina C, que como es sabido ayuda a la absorción del hierro, fortalece el sistema inmunológico y contribuye a la formación de colágeno. Rica igualmente en magnesio y cobre, quizás sea la fibra su componente más interesante: 1,2 gramos por cada 100 gramos comestibles. Es por eso que se considera un alimento muy adecuado para combatir el estreñimiento y también adecuado para la compensación del colesterol, algo muy recurrente en los mayores. Y sus beneficios para el aparato digestivo no terminan ahí: la piña contiene bromelina, una enzima que mejora la digestión de las proteínas. Por esa razón, es un complemento perfecto de carnes y pescados, así como de quienes tengan digestiones pesadas. Solo en aquellas personas que tengan úlceras o gastritis, dada su riqueza en ácidos, estaría contraindicada. Para acabar de redondear su buena fama, la piña es diurética, de modo que ayuda a los que sufran retención de líquidos.

La mejor forma de consumir la piña, como todas las frutas, es entera. Y sin desechar el tronco central, que aunque sea algo correoso concentra mucha fibra. Por el contrario, la forma tradicional de comer piña que ha sido en almíbar presenta algunas desventajas. Para empezar, duplica la aportación calórica de la piña fresca, degrada la bromelina y añade muchos azúcares innecesarios.

A la hora de comprarla, es mejor hacerlo en el punto justo de madurez, pues una vez cosechada no madura ya más. Una piña en sazón se identifica por el aroma, dulce pero no fermentado, así como al tacto, ni demasiado duro ni demasiado blando. Una corona sana, de hojas de buen color y enteras es también indicio de que no hace demasiado tiempo que abandonó la mata. Por lo que concierne a las variedades, las más extendidas son la Golden Sweet costarricense por su dulzor, la Smooth Cayenne y la española roja. Sin embargo, si se te presenta la ocasión, no dejes de probar las piñas enanas de la variedad Victoria, cultivadas en Reunión, Mauricio o Sudáfrica, y de unas cualidades excepcionales.

Foto: Google Imágenes

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