Que nuestros sentidos funcionen correctamente es muy importante por nosotros mismos y para nuestra comunicación con el exterior. Asegurarnos de que nuestro oído, nuestro olfato o nuestra vista funcionan correctamente es primordial y a medida que vamos cumpliendo años empiezan los achaques, por eso es tan importante la detección precoz de los problemas de salud.
En el caso de la vista, los especialistas aconsejan realizarse revisiones a partir de los 50 años. La idea es poder detectar si existe algún problema de visión cuanto antes y poder tratarlo. Sobre todo, porque los problemas no tienden a desaparecer, sino más bien aumentan con el paso del tiempo si no se pone solución.
A los 50, por lo general, los problemas oftalmológicos naturales propios de la edad suelen ser leves (evidentemente, como en todo, hay excepciones) algunos afectan a la nitidez a la hora de ver objetos, a la dificultad para enfocar o a la agudeza visual. También hay a quien le cuesta diferenciar colores, quienes ver reducido su campo de visión o ven las conocidas ”moscas” o manchas flotando en el ojo.
Pasados los 60, algunos problemas menores como los citados anteriormente, pueden confundirse con otros de mayor importancia y lo antes era tener la vista algo nublada, puede convertirse en cataratas, aumento de la tensión ocular, glaucoma o degeneración macular. Todos estos problemas mucho más importantes pero que tratados a tiempo tienen una buena solución.
Precisamente para no confundir los síntomas de unos y otros (los más leves y los más graves) es importante comenzar con las revisiones periódicas cuanto antes. A veces, los problemas de vista no son sólo una cuestión de edad, por lo que es bueno que sea un especialista quien valore nuestros síntomas.
Hay que tener en cuenta que la vista es algo a lo que no damos importancia hasta que empieza a fallarnos y que la pérdida de visión puede incidir en la capacidad de comunicarse, de disfrutar de muchas actividades de ocio y tiempo libre, de relacionarse con los demás, e incluso nos puede llevar al aislamiento.
Así que si notamos cualquier dificultad a la hora de ver o mirar algo, lo mejor es ponernos en manos de un oftalmólogo y si, creemos que nuestros ojos están perfectamente, también es bueno que acudamos al menos una vez al año. Mejor prevenir que lamentar.