Es la patología más habitual en la tercera edad, y aunque afecta sobre todo a las mujeres, debido a los cambios hormonales de la menopausia que hacen que los ojos produzcan menos lágrimas, todos tenemos que vigilar nuestra salud ocular.
Los principales síntomas del síndrome del ojo seco son ver borroso, tener cierto ardor o escozor en los ojos, el enrojecimiento, e incluso, a veces, tener sensación arenosa y especial sensibilidad a la luz. Reacciones muy lógicas, si tenemos en cuenta que las lágrimas son necesarias para lubricar los ojos y para eliminar partículas y cuerpos extraños y si dejamos de tenerlas nuestra visión sufre estos cambios.
Las causas de que nuestros ojos se resequen muchas veces tienen que ver con un ambiente en el hogar o en el trabajo seco (por culpa de las calefacciones o del aire acondicionado) también por la exposición al sol o al viento, por pasar muchas horas en habitaciones cargadas o con humo de tabaco, y, en ocasiones, por el consumo de determinados medicamentos para alergias o resfriados que dañan al lacrimal.
El tratamiento para este tipo de patología ocular es muy sencillo, basta con añadir lágrimas artificiales a los ojos 2 ó 3 veces al día, pero si el cuadro persiste existen otros remedios como utilizar gafas con protección o lentes de contacto que conserven la humedad, forzar el parpadeo más a menudo para segregar más lágrimas, limpiar regularmente las pestañas, utilizar humidificadores en casa, descansar la vista cada cierto tiempo, etc. Todo esto siempre bajo supervisión médica.
Tener una película lagrimal sana en el ojo es necesaria para una buena visión. Los ojos secos se desarrollan cuando el ojo es incapaz de mantener una capa saludable de lágrimas y la sintomatología es de la que hablábamos anteriormente, un cuadro que se caracteriza por la sequedad ocular y que debe ser tratado por un especialista.
Aguantar con molestias en los ojos sólo nos lleva a empeorar la situación y un problema tratado a tiempo puede ser corregido de inmediato.
