A medida que cumplimos años se va debilitando nuestra capacidad a la hora de responder a las infecciones y tener inmunidad frente a ellas, es por esto que muchas enfermedades, aparentemente simples, tienden a complicarse y ser más graves en la edad adulta llegando a afectarnos a la calidad de vida.
Precisamente por este motivo, debemos concienciarnos de que la mayor parte de enfermedades a las que estamos expuestos como son el herpes zóster, el tétanos, la tos convulsa, la infección causada por la bacteria Streptococcus pneumoniae (que puede provocar neumonía, meningitis o infección del torrente sanguíneo), la infección por neumococo o la propia gripe, son infecciones para las que existe vacuna y, por tanto, son evitables.
El problema es que al no vacunarnos, somos más propensos a coger cualquier tipo de infección y esto sumado a que muchos de nosotros tenemos algún que otro problema de salud como son cardiopatías o la propia diabetesque nos hacen más vulnerables ante una posible hospitalización y posterior recuperación.
Además, vacunarnos evita, no sólo, que cojamos cualquier enfermedad, sino también que se la contagiemos a familiares, amigos o vecinos y su propagación sea mucho más rápida.
Los adultos mayores debemos concienciarnos con las vacunas, siempre y cuando nos las aconseje un médico. Del mismo modo que cada año mueren muchos menos niños gracias a este sistema, puede ocurrir lo mismo con los mayores, es sólo una cuestión de responsabilidad.
Lo más aconsejable es que lo hablemos con nuestro médico de cabecera y sea él quien nos recomiende las mejores vacunas en cada caso.
