Todo el mundo tiene derecho a sus quince minutos de fama, aunque parece que el propio Andy Warhol aspiraba a que fueran más en su caso. Al menos, eso intentó, y a juzgar por la buena salud de que goza su obra, lo consiguió. La muestra Warhol sobre Warhol, que puede visitarse hasta el próximo 20 de enero en la Casa Encendida de Madrid, incluye más de doscientas piezas procedentes de instituciones, colecciones privadas y galerías, algunas de ellas desconocidas para el gran público y que dan una visión más completa del polifacético artista.
La mayoría de las obras son imágenes del propio Warhol, realizadas por él y otros artistas -Robert, Mappelthorpe, Christopher Makos, Cecil Beaton y Marcus Lethrdale- en forma de fotografías en fotomatones, de polaroids o acetatos, que dan a la exposición un carácter autobiográfico de la persona y el artista. Cronológicamente, la exposición parte en el año 1950, con el Retrato de Andy Warhola -el artista, que aún no se había cambiado el nombre, luce una pajarita-, pintado por Philip Pearlstein, y concluye con los autorretratos con peluca electrizada que firmó meses antes de su muerte.
Además de esta cara menos conocida de Warhol, en la que se ve por ejemplo, las consecuencias sobre su cuerpo del intento de asesinato a manos de Valerie Solanas en 1968, encontraremos su faceta más publicitaria y vendida, como los diez retratos realizados a Mick Jagger en 1975 y alguno de los cuadros de las series que dedicó a Jackie Onassis, Liz Taylor y Marilyn Monroe.
En homenaje a uno de los artistas más influyentes del pasado siglo XX, se ha instalado en el patio de la Casa Encendida, que este año cumple su quinto aniversario, un fotomatón en el que pueden entrar los visitantes de la exposición para retratarse y conseguir sus quince minutos de fama.
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