Un hogar para el Alzheimer

Hoy es el Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, una de las que más afecta a los mayores y la enfermedad más común de demencia. Sólo en España hay 600.000 pacientes (unos 25 millones en todo el mundo), además de otros 200.00 que se calculan están sin diagnosticar, según datos facilitados por la Sociedad Española de Neurología (SEN). Unos números que se estiman que se pueden duplicar en unos 30-40 años, llegando al millón y medio de personas afectadas, teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población de más de 65 años.


La Enfermedad de Alzheimer es un proceso degenerativo originado por la acumulación de la proteína beta-amiloide en las neuronas, provocando su pérdida gradual y la de sus conexiones. Sus consecuencias son una pérdida cognitiva además de los síntomas conductuales, que van degenerando hasta perder la capacidad funcional, con la consecuente limitación de la autonomía y la independencia.


 


Sin embargo, como en otros de los procesos que convierten a una persona en dependiente, las personas al cargo de un enfermo de Alzheimer tienen que optar entre la atención residencial y la doméstica. En grados muy avanzados de la enfermedad, cuando la atención requerida es constante y es mejor que sea profesional, se suele imponer la segunda vía. Pero en muchos otros casos, la atención en el hogar presenta muchas ventajas tanto afectivas como incluso favorables para el retraso del deterioro cognitivo. Y es que poder permanecer en la propia casa no sólo es la preferencia de un alto porcentaje de enfermos, sino la manera de poder conservar ciertos vínculos comunitarios que contribuyen a que se sientan mejor y no se desarraiguen antes de tiempo. La posible colaboración de servicios sociales, recursos como la teleasistencia y las ayudan económicas y logísticas a familias de dependientes facilitan ese objetivo. Pero también hay algunos consejos que pueden ser útil para abordar el desafío.


Á la hora de adaptar el hogar del enfermo de Alzheimer va a ayudar tanto a modificar en parte su comportamiento como a mantenerle seguro y menos estresado y con ello aumentaremos su independencia y movilidad. Siempre hay que tener presente cada caso, ya que algunas modificaciones del entorno del hogar puede alterar al enfermo, provocando el efecto contrario al buscado.


Como máxima general hay que tener en cuenta que la casa de un enfermo de Alzheimer ha te tener buena accesibilidad y no contener elementos de riesgo, algo que se soluciona evitando recargar las estancias con muchos muebles y objetos de decoración.


 


Comenzando por los suelos y paredes de la casa, habrá que procurar dejar un espacio ‘libre’, amplio, eliminando todo lo que pueda provocar golpes o caídas como los suelos resbaladizos, alfombras, cables eléctricos por el suelos, objetos de cristal que se pueden caer y romper, ventanas sin medidas de seguridad… También es aconsejable colocar protección en los radiadores, las tuberías de la calefacción, tapar las tomas eléctricas que no se usen. Un modo de disuadir al enfermo de Alzheimer que se acerque a estos puntos peligrosos es colocando cinta roja alrededor de los mismos. Si hay escaleras en la vivienda conviene que haya una barandilla, colocar interruptores para la luz al principio y al final, y que los escalones sean firmes y estén alfombrados o tengan franjas de seguridad, no desprendibles y si es posible, con los bordes marcados con cinta brillante o fosforescente. En cualquier caso, si es posible es preferible sustituir la escalera por una rampa, más accesible.


 


Es muy útil colocar algún tipo de señalización, incluso luminosa, que indique tanto la estancia en la que se encuentra como el camino para llegar del dormitorio al baño. Además procuraremos una buena iluminación en toda la casa  y diferenciar los colores del suelo y el techo para evitar la “angustia y confusión” de los enfermos. Por la noche es conveniente mantener una pequeña luz en el dormitorio, en el baño y en la cocina. El uso de colores claros y sólidos para pintar las paredes ayudará a dar más luminosidad a la casa además de confundir menos al enfermo. También hay que tener en cuenta que los diseños grandes o resaltados como flores en los papeles de la pared o en las cortinas pueden causar ilusiones que creen confusión, al igual que los espejos.


 


Es conveniente instalar alarmas de incendio y cerraduras de seguridad en todas las puertas y ventanas que dan al exterior y en aquellos armarios y cajones en los que se guarden productos de limpieza, medicamentos o cualquier otro objeto peligroso.


El baño es una de las zonas de mayor riesgo. Se deberá colocar una ducha accesible, con barras de apoyo y un asiento o banco plásticos en su interior y una ducha manual para facilitar el baño. También es conveniente que el inodoro esté “anclado a la pared a la altura de la persona enferma. Las tiras adhesivas antideslizantes o protectores de caucho para la grifería son otros elementos útiles de los que servirse para evitar golpes.


 


Aún se desconoce la causa que provoca la aparición del Alzheimer, salvo cuando se trata de los raros casos (no sobrepasa el 2%) en los que se explica por una mutación genética, aunque, como se indica desde la SEN, en los últimos años se han producido importantes avances en el conocimiento de la enfermedad, así como en su diagnóstico temprano. Ya existen herramientas como el PET o la resonancia magnética, que permiten adelantarse hasta diez años en su detección.


Aunque aún no tiene cura, el Alzheimer tiene tratamiento, como recuerdan instituciones como la Organización Internacional del Alzhéimer. Son muy distintos los métodos que pueden hacer retardar el avance de la enfermedad o mejorar la calidad de vida: la terapia cognitiva, fármacos como los inhibidores de la colinesterasa (ICE) (donepecilo, rivastigmina y galantamina) y un fármaco modulador del receptor NMDA del glutamato (la memantina). Además existen una serie de terapias no farmacológicas que han demostrado ser eficaces para gente con demencia y sus cuidadores.


 


Pero esto no es aún suficiente, y es necesario seguir impulsando esfuerzos para fomentar la educación sanitaria de la población sobre cuáles son los primeros síntomas y promover una coordinación eficaz entre atención primaria y especializada que garantice la mejor respuesta ante la demanda diagnóstica de la persona que se queja de fallos de memoria.

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