Regate al despilfarro

Aún no nos habíamos puesto el abrigo y ya estaban colgándonos los adornos navideños y llenando los supermercados de cajas de mantecados. Nada que objetar: con la que nos preparan conviene estar sobre aviso. Y es que la previsión es que gastemos hasta un 15% más que el año pasado en las comidas familiares de esas fiestas. Porque a los aumentos de precios que ya venimos sufriendo se van a sumar los habituales repuntes navideños y el presupuesto destinado a regalos y comida se igualará.

Productores, distribuidores y tenderos saben que la gente, como es una vez al año, se consiente caprichos y abona cantidades que nunca pagaría en circunstancias normales. Quien quiera servir mariscos, pescados de postín, cabritos y otras delicatessen tan requeridas en estas fechas ya sabe que le tocará aflojar la cartera.

Sin embargo, tanto los precios que se aguardan para esta temporada como el encarecimiento general de la vida pueden ayudar a tascar el freno de los más prudentes. Las razones del corazón que acostumbran a invocarse en estas ocasiones habrán de vérselas con las poderosas razones del bolsillo.

Además, escapar de esa trampa y no verse sometido a la presión que acaba agriando las fiestas de tantas personas resulta bastante sencillo.
Se trata simplemente de no dejarse llevar por el esnobismo consumista que la publicidad tanto se empeña en excitar y anticiparse al sablazo de los últimos días.

Una buena idea es preparar menús que prescindan de aquellos productos sobre los que más se carga la suerte. Basta con rebuscar en el recetario tradicional para comprobar que muchas de las cosas que hoy tenemos por imprescindibles son sólo de reciente incorporación a nuestras mesas. De la sabrosísima escudella catalana a la col lombarda madrileña, podemos contar con centenares de recetas y viandas que no supondrán ningún descalabro de nuestra economía y satisfarán a cualquier comensal con un poco de buen gusto y sentido de la medida. Y además, cabe recordar que el raro afán de atiborrarse quizás venido de épocas de mayor justeza que se apodera de muchas familias durante estos días no hacen bien a la salud de nadie.

Otra estrategia que merece la pena considerar es la de comprar con unas semanas de antelación y congelar los alimentos perecederos. Las diferencias pueden ser muy notables y, en buena parte de los productos, apenas repercutirá en el sabor final.
Comprar en anticipo tiene la ventaja añadida de ahorrarse colas y prisas de última hora, recibir un trato más personalizado, poder comparar las mercancías con calma y hasta evitar aquellas facturadas con las prisas de última hora.

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