Abuelos: héroes de carne y hueso

Nos hemos topado en la red con esta maravilla de texto de D. Luis Aretio, psicólogo residente en Sevilla, y no hemos podido reprimir las ganas de compartir con todos vosotros cada una de las palabras que componen esta bellísima descripción de los abuelos. Le agradecemos el generoso préstamo; ¡no os lo podéis perder!


«Lo dan todo en cada misión de cuidar a sus nietos, y parece que nada les pesa, que nunca pasa nada. Asumen un papel arriesgado a veces, se la juegan defendiendo a sus más intrépidos admiradores, esos locos bajitos que son sus nietos. “Tú no te preocupes que no se lo decimos a mamá”, una frase recurrente llena de complicidad, porque para qué nos vamos a engañar, si quienes más disfrutan son ellos.

 

Los padres vamos corriendo entre días y semanas que siempre tienen la manía de quedarse cortos. Ellos, los abuelos, vuelan con una capa invisible tejida de imaginación y disponen siempre de tiempo, y si no lo inventan, porque todo lo demás puede esperar, porque lo primero son sus nietos. Los padres tenemos mil obligaciones, ellos sólo una, y no es obligación sino devoción. La distancia entre los abuelos y sus nietos es la misma que hay entre un sueño y un desvelo. No necesitan estar siempre presentes, su imagen de abuela y abuelo se mantiene en la retina del corazón y se graba para siempre.

Son superhéroes porque olvidan lo mucho que han sufrido hasta llegar a poder disfrutar de este momento. Sus ojos miran y lanzan rayos mágicos invisibles, rayos con ultra caricias para el alma, un arma secreta que cura males, rabietas y pataletas. Se merecen mutuamente, abuelos y nietos se saben queridos por un cariño infinito, donde las condiciones no entienden de intereses sino de fidelidad.

Son los superhéroes del parque, de la guarde y del cole; son los superhéroes de las anginas, de las fiebres con sus estirones, de dolores de barrigas imaginarios o de males que no se  curan si no es con el cuidado de los abuelos. Son los que salvan al mundo de villanos enemigos y amenazas. Su poder es el poder de los que aman, haciendo que el sentimiento crezca más allá de lo imaginable, ese es uno de sus misterios, que no se cansan de crecer para ellos.

Garantes de comidas de cucharas, son los amos del calabozo, pues chantajean si hace falta con tal que el plato se quede como si nada hubiese ocurrido, y como un susurro mágico, se oye una voz que dice: “¿Te echo un poco más, cariño?” No paran de alimentar también el ego de sus nietos. ¡Qué le vamos a hacer, si sus nietos son los mejores, los más guapos y los más inteligentes, y a ver quién les discute eso!

Hay abuelos que trabajan, algunos mucho; pero no importa, suplen la cantidad por la calidad, saben dar sin medir y sin esperar, guardan su tiempo en una caja mágica y lo transforman en llamadas, en visitas inesperadas, en sorpresas curiosas “porque sí, porque les da la gana”. Sus nietos lo saben, y abusan cuando se ven de lo mejor de cada uno, sin miramientos ni tapujos, sólo con lo que surja, con un cuento o un discurso, qué más da…

Hay abuelos que son superhéroes también… porque nos faltan. Sus corazones siguen latiendo en nosotros, en lo que les contamos de cuánto nos han dado y enseñado… Son abuelos invisibles, pero que ejercen todo su poder cuando un nieto o una nieta pregunta por ellos, y nosotros, torpes de palabras, les damos de nuevo la vida con sus historias y sus batallas. Ejercen de abuelos desde el cielo, desde una nube mágica que pasa con frecuencia por nuestras vidas, bajando a la tierra como baja la niebla y nos empaña la vista, o el alma.

Son eternos, siempre están presentes. La mirada brillante les delata, la sonrisa perfecta… “Yo soy su abuela, yo soy su abuelo”, presumen, y al presumir aman. Son superhéroes de la bondad, de la generosidad y de la calma. Son superhéroes por la paciencia que muestran, por el cariño con que abrazan. Son nuestros padres y nuestras madres. Son quienes nos han dado todo, lo que somos y lo que tenemos, sobretodo nuestros hijos, sus nietos, la historia de amor más grande jamás contada.

No es magia, es educación».

Luis Aretio.

Fuente: luisaretio.com

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