Para algo más que comer

Estos son tiempos de reducir costes, y la economía doméstica en esto se ha puesto al frente. Pero para ello no sólo es cuestión de dedicar algo más de atención a la hora de llenar el carro de la compra. Es momento de prescindir de lo más superfluo y en ello se incluye el tema de la decoración y de la jardinería. Sin embargo, no es necesario que esa ‘economía de austeridad’ suponga un abandono. Más bien se trata de una adaptación, y un ejemplo de ello puede ser el convertir nuestro jardín o nuestra terraza en un pequeño huerto que nos proporcionará belleza y alimentos naturales.


 


En principio cualquier espacio es bueno y a veces ni siquiera se precisa de tierra…. También los maceteros son una solución ideal si sólo contamos con un balcón, un patio pequeño o la repisa de una ventana, aunque las hortalizas que plantemos en ellas van a requerir más cuidados que las plantadas en tierra.


Hierbas aromáticas, acelgas, berenjenas, calabacines (maceta más honda), Cebollas, espinacas, lechugas, patatas, pimientos, puerros, repollos, tomates, zanahorias (maceta más honda)… Son los productos más recurrentes en este tipo de cultivo para el que apenas se necesita un contenedor de 40-50 cm. de profundidad que colocaremos en un sitio abierto y soleado en el que al menos pueda recibir medio día de sol. Si es menos de ese tiempo, las posibilidades se reducirán a la lechuga, espinaca o perejil.


 


Si queremos dar más esplendor a nuestro pequeño huerto podemos decantarnos por el cultivo de las hortalizas ornamentales como las coles rizadas de colores, escarolas rojizas, cebollas o berenjenas. Son resistentes, económicas y de llamativos colores y su mantenimiento requiere poco esfuerzo. El inconveniente es que a pesar de que su aspecto invite a que las consumamos, los tratamientos fitosanitarios que reciben en calidad de plantas ornamentales desaconsejan su ingesta.


 

De entre las hortalizas decorativas una de las más habituales es la col rizada ornamental, con unas hojas especialmente coloridas y vistosas en la parte central, en colores que van del blanco al rojo, con tonos amarillos, rosados, púrpura o verdosos y que precisamente florecen en la época invernal. Otra protagonista es la flor de la berenjena, sola o en pequeños ramilletes de varias flores de tamaño mediano y color violeta o blanco, y grandes estambres amarillos. También las judías, los guisantes y las habas tienen flores en racimos en forma de orquídeas o mariposas. También la cebolla presenta una flor muy original, en forma de pelota cuajada de flores, que puede llegar a reunir hasta 600 pequeñas flores de color blanco, verdoso o violáceo. Otra flor muy llamativa es la gran, y única, flor malva y redondeada de la alcachofa.

Comentarios

Deja un comentario