Los juegos de antes también gustan ahora

Vivimos en la era de los videojuegos de última generación, de los tablets con millones de aplicaciones, de las pantallas de televisión táctiles con las que, además, podemos ver películas en 3Dimensiones. Los niños de ahora han nacido y crecido con tantas cosas que a veces se aburren…
Por eso es importante que nosotros, los mayores, les transmitamos una manera de divertirse diferente. Nuestros juegos de toda la vida no aburren, enriquecen y desarrollan la memoria y la inteligencia. Los videojuegos también, pero no tienen ese grado de implicación y ese vínculo afectivo que crean las cartas, los dados, el dominó, la petanca o el veo veo.

En las noticias salen cada vez más trastornos infantiles de niños que no quieren relacionarse con otros, que tienen problemas de vista, hiperactividad o simplemente sobrepeso por el sedentarismo y por abusar de las consolas. Nunca se habla de niños enfermos, apáticos o tristes que juegan al parchís o al cinquillo con sus abuelos y sus primos.

Las nuevas tecnologías son maravillosas. Nos permiten comunicarnos con amigos y familiares que viven a miles de kilómetros de distancia o hacer la compra por Internet en 101 idiomas diferentes… pero los juegos de nuestra época, los que nos acompañan de generación en generación, esos, nos acercan a la familia, a las risas, a las discusiones entre hermanos, a hacer equipos para vencer en la siguiente ronda. Nos enseñan la picardía de hacer trampas y la magia de conectar con nuestros nietos con solo una mirada y sobre todo se aprende que ganar es bueno, pero que participar es lo realmente divertido.

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