Los buenos hábitos se enseñan en familia

Cada vez son más desalentadoras las noticias sobre el nivel educativo de los jóvenes que viven en sociedades modernas, y ello se refleja en datos tan alarmantes como el de recientes estudios que aseguran que un 63% de los españoles no compra ni siquiera un libro al año. En otros países, como en Estados Unidos, las noticias no son ni mucho menos más esperanzadoras, pues no se llega ni al 60%. Los datos llegan a ser escalofriantes, pues un 17% de los hogares de España ¡no cuentan con ningún libro! Los problemas derivados de estos malos hábitos son manifiestamente perjudiciales para el conjunto de la sociedad, pues la falta de capacidad para analizar y criticar de todos y cada uno de sus individuos impide un impulso y avance común.

Para contrarrestar este efecto nocivo de la falta de interés por la lectura, proponemos que el ejemplo para animar a los más jóvenes al “vicio” de la lectura sea aprendido en los hogares. Según los expertos, la lectura es considerada como un hábito, por lo que al verlo practicado por nuestros mayores nos interesaremos por esa actividad y comenzaremos a leer como algo natural. Como prácticas universalmente aceptadas, asumimos que a los niños se les lea un cuento antes de ir a la cama, lo cual les llevará a descubrir que dentro de las páginas de los mismos pueden encontrar maravillosas aventuras esperando a ser descubiertas. Igualmente importante es leer en familia, con los padres, hermanos, tío o abuelos un rato cada día, una ocasión que además puede propiciar una animada charla sobre las recientes lecturas de cada uno.

En algunos lugares, como en las bibliotecas, se han dado cuenta de la conveniencia de leer en familia y proponen talleres de lectura o salas específicas para los más pequeños mientras los mayores usan otras salas. En otros casos encontramos asociaciones que promueven el inicio a la lectura de los más pequeños, como es el caso de la Asociación Cultural Estel, cuyo método de animación a la lectura ha sido exportado a países tan lejanos como Japón. Sea del modo que sea, el núcleo familiar siempre nos debe ayudar a adquirir buenos hábitos, y pocos hay mejores que el placer de la lectura.

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