La mesa

… dejé el papel y el lápiz sobre la mesa. Mientras me levanto, recuerdo todo lo que mi mente alcanza. En ésta habitación mis días transcurren, todo en ella está diseñado para no olvidar.

Mi mesa conoce toda mi vida, mis sueños, mis alegrías, mi pasado, incluso mi futuro.

Miro las cortinas de mi habitación, ¡dan tanto abrigo!, quise que sus dibujos y colores me trajeran a la memoria el calor de unos brazos que me envolvían en aquellos cortos años, piel morena con unas manos cálidas y de dedos seguros. Yo tendría 20 años y él 24, ¡ufff! Me hizo sentir lo que era: una mujer.

Las cortinas, para no desviar el tema, me traían a la mente estas sensaciones que de seguro, tú lector, bien conoces. ¡Ahhhh! Su nombre era Andrés ¿… o no….? ¡síii! Andrés, seguro… no me hagas dudar, lo escribí en un trozo del dobladillo de la cortina, así ella recordará por mí un día…

Te diré, además, que en mi habitación hay colgado un dibujo sobre lienzo, a veces paso horas contemplándolo…

¡Vaya!, ¿recuerdas dónde te compré? Sí, le hablo al cuadro porque él me escucha. Es un dibujo de una pequeña choza de paja, se divisa por su derecha un ocaso que da brillo a la dorada paja. En la puerta de la choza hay una señora mayor hilando, ¿recuerdas recuerdo mío? En un lugar viva imagen a ésta lo supe, supe que sería madre, ¡qué alegría y qué temor! Mi mayor felicidad en esos momentos fue tener a mi lado a alguien con tal sensibilidad que cada momento vivido pude compartirlo. Lo que cuelga en la pared de mi habitación no es el cuadro ”Atardecer en el lagar”, es una parte importante de mi vida, compartida con mi esposo.

Me apetece algo de agua ¿gustáis?… Os contaré otro secreto, un pensamiento que ahora compartiré y que ¡por supuesto! dejará de ser secreto: arrímate al libro, no te distraigas y escucha, imagina lo que lees y escucharás, pon algo de empeño anda ¡para mí es importante!

A mi edad no siento la sed, tengo un reloj y una nota que me recuerda cuando tengo que beber agua. Sin esta bendita agua, no sería ni seríamos nada. Ella es la que me mantiene viva. Así lo entiendo… Junto al mar, mi mar resucitaba de un dolor para vivir una alegría. Mis horas en la arena blanca de mi playa, como yo la llamo, hace que hoy me sienta feliz recordándolas”.

Parece que el sol ya pasó, puedo seguir escribiendo en mi mesa. ¡Cuánto sabes de mí! Aquí sentada sobre ella derramé las lagrimas por ti, esposo mío, cuando la maquina de vapor te arrastró, perdiéndote.

Mi futuro está en esta mesa, aquí escribo cada día para no olvidar el pasado y vivir del futuro.

Mi viaje particular en el tiempo… Pasado, presente y futuro.

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