La base de nuestro sueño

Poder dormir lo que se dice a pierna suelta no sólo es un pacer, sino una necesidad y, dejando aparte problemas de salud, muchas veces si no conciliamos el sueño adecuadamente es por culpa de nuestro colchón.  Y es que a la hora de comprar uno de los elementos esenciales de nuestra casa no podemos dormirnos en los laureles.


 


La gran variedad que podemos encontrar en el mercado de los colchones puede hacer que nos despistemos y no escojamos el más adecuado. Empezando por un punto importante, especialmente en estos días en los que hay que apretarse el cinturón, como es el precio, diremos que uno de condiciones adecuadas ronda los 1.000 euros, aunque desde luego los precios pueden variar muchísimo si nos vamos a los modelos más sofisticados o a los más sencillos. Además, a la hora de escoger NUESTRO colchón debemos tener en cuenta precisamente eso, que se debe de adaptar a nosotros, a nuestro cuerpo, a nuestras características, a nuestra forma de dormir, al espacio en el que estamos.


 


Cuestión de firmeza


 


En los últimos años se ha extendido la idea de que un colchón adecuado debe ser lo más duro posible. Y tampoco es eso. Cierto es que debe mantener recta nuestra columna tanto cuando estemos tumbados boca arriba como de costado, pero permitiendo que nuestro cuerpo se adapte de forma que podamos mantener la curvatura natural de la columna, lo que no es posible si el colchón es extremadamente rígido.  


 


Además, a la hora de escoger un colchón más o menos firme o de unos materiales en lugar de otros, también deberemos tener presente otras cuestiones como nuestro peso, la postura en la que dormimos o si somos frioleros o calurosos. Por ejemplo, si solemos dormir de lado, un colchón algo menos firme nos ayudará a que el hombro se hunda ligeramente para estar más cómodos, mientras que si dormimos boca arriba el colchón deberá ser más firme. Si pasamos calor, sudamos con facilidad o nos encontramos en un lugar cálido, los colchones de muelles pueden ser más adecuados, al ventilarse mejor y ser más frescos que los de espuma, látex o de material viscoelástico, guardan más el calor.


 


Tipos


 


Ya a nadie se le escapa que hay colchones de muy diversos materiales: de muelles, de espuma de poliuretano, naturales, viscoelásticos, de látex, antiescaras… Echemos un vistazo a los más habituales.


 


El de muelles es probablemente el más popular. Pueden ser de varios tipos: bicónicos, de muelle embolsado y de muelle continuo. Su calidad vendrá dada por el tipo de acero de los muelles, su calibre, la cantidad de muelles, y el acolchado que los recubre.


 


El colchón de látex (el más adecuado para los alérgicos a los ácaros) está formado esencialmente por un núcleo de látex enfundado en un acolchado. Es habitual que tengan orificios para que pase el aire. A partir de este concepto básico la tecnología varía de un fabricante a otro. Además podemos encontrar que el látex sea natural (procedente del caucho) o sintético (obtenido a partir de la química del petróleo). Lo más habitual es que se vendan de mezcla con un porcentaje mayor o menor de natural. Si no se especifica en el etiquetado probablemente sea sintético. Sólo si dice “látex 100% natural” tendremos la certeza de que realmente compramos un colchón de látex natural.


 


Viscoelástico. Estos colchones tienen la característica de adoptar la forma de nuestro cuerpo del mismo modo que un molde, lo que hace que la presión del cuerpo se distribuya de forma uniforme, evitando zonas de presión que dificultan la circulación con lo que nos movemos menos durante el sueño y así descansamos más. Es muy adecuado para las personas que deben pasar mucho tiempo acostadas, o que sufren dolores.


 


En cualquier caso debemos tomarnos nuestro tiempo para elegir el colchón que mejor nos vaya y probarlo a conciencia, tumbarnos, ver cómo se adapta nuestro cuerpo… Y con el colchón ya en casa, no olvidar que también requiere cierto cuidados (a pesar de los cuales no debemos prolongar su uso más de 10 años ó 15 a lo sumo): ventilar bien la cama al levantarnos y antes de hacerla, voltearlos cada cierto tiempo para que se usen por igual por todos lados y evitar deformaciones y no olvidar utilizar fundas lavables que nos permitan mantener en las mejores condiciones nuestro colchón. Seguro que con estas pautas podremos disfrutar de unos ‘felices sueños’.

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