¿Invierno demográfico?

Cuando se afrontan debates tan vastos, que han de tener en cuenta tantas variables globales, conviene ser cauteloso y tratar de verificar con sumo tiento los datos. Pero desde hace lustros dos apreciaciones distintas de nuestro futuro vienen enfrentándose con cierto encono. Para unos, el continuo crecimiento demográfico, la superpoblación y la huella que eso imprime sobre los limitados recursos del planeta pueden llevar a nuestra especie al colapso. Y por ello urge un acuerdo para la planificación mundial de la natalidad. Otros en cambio alertan de lo que llaman invierno demográfico: el envejecimiento de la población, unido al estancamiento de la natalidad, podría tener pésimas consecuencias económicas seguidas de una caída de la población a partir del año 2050.

Un documental llamado ”El invierno demográfico” ha reavivado la polémica al mantener esta última tesis. Según el análisis de la película, el freno del consumo que iría implícito en este proceso detendría el crecimiento económico, repercutiría en la captación de impuestos, en la creación de puestos de trabajos y, en última instancia, condenaría a muchos ancianos sin hijos y sin pensiones a un porvenir incierto.

Pero sus detractores apuntan que hay muchos motivos para dudar de esa lógica. No solo señalan que mucho más peligroso es el agotamiento del planeta sometido a una creciente presión y aumento ininterrumpido del consumo, sino que económicamente han sido las sociedades que han aumentado su esperanza de vida y reducido sus tasas de fertilidad las que más han progresado en el siglo XX.

Además, como señalan muchos expertos, las mejores condiciones de salud de los mayores les llevarán a alargar su productividad y ciclo de consumo. Y en añadidura, está demostrado que las personas se vuelven más tolerantes con la edad, de manera que tampoco puede achacarse a ese envejecimiento de la población un escenario de mayor conservadurismo y disminución de la innovación y la creación de nuevas y mejores soluciones para gestionar el mundo. Varias perspectivas para afrontar la siempre acuciante cuestión de nuestro destino colectivo.

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