Todas las noticias que llegan acerca de los recortes en nuestra sociedad van dirigidas al mismo fin: salir del círculo vicioso de la crisis y la recesión económica. Pero no todas estas medidas son soportadas a partes iguales por todos los miembros de la sociedad. Y como muestra de ello, los últimos datos obtenidos reflejan la enorme pérdida de poder adquisitivo y calidad de vida de las familias en España.
Desde el pasado día 1, se ha subido eltipo impositivo del IVA y se ha cambiado la categoría a la que tributan algunos de los productos de uso habitual. De esta forma, se ha calculado un coste anual medio de 450 euros por familia debido al aumento de este impuesto. Además, para indiganción de muchos ciudadanos, no deja de ser curioso que tributen como artículos delujo (21%) los pañales o compresas, mientras que los bingos tributen al 10% y el impuesto en material escolar y libros de texto se haya disparado.
Por otro lado, en la última reforma de la ayuda de 400 euros para parados de larga duración, se ha decidido cesar la contribución a aquellos miembros que residan en casa de sus padres. De esta forma, muchos jóvenes ven todavía más difícil la posibilidad de emanciparse y deben seguir viviendo del esfuerzo de sus progenitores y, en el peor de los casos, de las pensiones de sus abuelos.
En otros casos, se da por hecho que los mayores de la familia pueden contribuir económicamente al mantenimiento de sus hijos o incluso nietos, siendo llamativo que la ayuda económica que reciben los hogares por parte de los abuelos ha aumentado un 10% desde el inicio de la crisis, y que el tiempo que dedican los abuelos al cuidado de sus nietos se ha disparado hasta llegar a un 70% más en las vacaciones escolares de verano.
Con todas estas medidas, vemos que en ocasiones el Estado opta por no ayudar a las familias, tal y como señaló esta semana el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, al afirmar que “No tiene sentido quitar el dinero a la gente para darlo a los bancos”.
