El envejecimiento de la población es un hecho, aunque no irremediable. En España esta evidencia es aún más notable ya que, a pesar de que la llegada de familias inmigrantes a ayudado a elevar las tasas de natalidad de nuestro país, nos seguimos encontrando a la cola de Europa en cuanto a crecimiento demográfico. Además, España se encuentra bastante alejada del nivel de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer).
Entre las futuras consecuencias de este envejecimiento poblacional están el casi imposible mantenimiento del nivel de bienestar de la sociedad actual, el inevitable alargamiento de la vida profesional y la cuestión ¿quién pagará nuestras pensiones cuando nos jubilemos?
Las ayudas a las familias y el fomento del crecimiento de las mismas, tampoco son nuestros puntos fuertes, ya que en este aspecto el resto de Europa nos adelanta y con diferencia. De hecho, según un informe que hace balance sobre las políticas familiares durante 2006, España continúa siendo el país que menos apoya con medidas concretas y eficaces a la familia.
Alemania es quizás el país que, en los últimos tiempos, más esfuerzos está haciendo en favor de la familia. La última de las medidas del gobierno alemán en este sentido, que ha entrado en vigor el pasado 1 de enero, ofrece a los padres que reduzcan su jornada laboral para cuidar a sus hijos recién nacidos una ayuda de hasta 25.200 euros. Aunque parezca mentira es la realidad y responde a la preocupación de algunos países por la reducción de sus poblaciones, con esto se trata de alentar a las parejas trabajadoras a tener más hijos.
Esperemos que las tímidas medidas tomadas hasta el momento en España, como el nuevo permiso de paternidad recogido en la Ley de Igualdad, sean sólo el principio para sentar las bases de una política social más eficaz y generosa.
