Entre apellidos anda el juego

Hace algunas semanas, el ejecutivo aprobó el proyecto de Ley de Registro Civil, una reforma que, de seguir adelante, terminará con la preeminencia del apellido paterno a la hora de registrar a un recién nacido. De ahora en adelante los padres podrán acordar el orden de los apellidos de sus hijos y, en caso de discordia, se le asignarán al neonato por orden alfabético.

De cara a la tan ansiada igualdad por la que este gobierno viene luchando, esta modificación parece todo un triunfo en pos de implantar y consolidar este anhelado principio también en el simbolismo social que conllevan los apellidos. Sin embargo, esto es una cuestión que no se debe tomar a la ligera y, desde luego, vale la pena analizar las consecuencias de esta modificación y, cómo no, también preguntarse si esto es verdaderamente una prioridad social en este momento y si este cambio sirve de verdad para algo o si el gobierno está intentando colgarse una medalla en materia de igualdad vendiéndonos una cortina de humo.

Pues bien, la cosa está complicada. Para empezar, la actual legislación ya permite que en el momento de registrar al neonato los padres puedan elegir el orden de los apellidos del retoño; luego, en este sentido, esta Ley poco cambiaría. Sin embargo, en este momento, de no especificarse un cambio de orden, por defecto se registra en primer lugar el apellido del padre; siguiendo de este modo una tradición milenaria en el mundo occidental y, más concretamente, en Europa. Sin embargo, la reforma que nos ocupa conseguirá que, de no ser anunciado lo contrario, los apellidos se inscriban por orden alfabético, rompiendo así con la traición y provocando que, en el transcurso de los años, los apellidos que comienzan por las primeras letras del alfabeto se vayan multiplicando, mientras que los empiezan por las últimas, tiendan a desaparecer. Parece una tontería, pero no lo es; esta medida puede ayudar a acabar con una riqueza lingüística de nuestro país, rompiendo además un sistema tradicional que, por ser tal, tampoco tiene porqué ser considerado ofensivo o machista.

Para terminal de analizar la problemática que la aprobación de este nuevo sistema conllevaría, tenemos que referirnos a los estudios genealógicos que, como es previsible, se complicarán tremendamente con este cambio. En cualquier caso, de seguir adelante, la reforma no se pondrá en marcha hasta dentro de un par de años, ya que esta Ley comporta también importantes cambios en el modus operandi registral. Veremos entonces cómo afecta este nuevo modelo.

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