En la casa inviolable

Será porque las estadísticas lo constatan, porque los medios le dan más pábulo o porque nuestra sociedad puede preocuparse más de cosas que antes no la turbaban, pero el tema de la seguridad, de los robos cada vez más audaces y del presunto aumento de la delincuencia contra la propiedad está cada día más vigente.

Si los hampones trabajan cada vez con más descaro y el sentimiento de desamparo del ciudadano de a pie crece, también aumenta el negocio de las medidas para paliar el problema. Medidas de prudencia elemental y cautelas con tecnología punta se combinan para evitar desagradables sorpresas.

Las primeras, no por reiteradas dejan de ser útiles. No anunciar con pregones nuestras vacaciones, no dejar indicios inequívocos de que estamos fuera que pueda interpretar hasta el más obtuso de los descuideros, no desconectar la luz para que el timbre apagado delate que no vamos a volver en una buena quincena y pedir a alguien de confianza que vacíe nuestro buzón por lo menos una vez a la semana. La escrupulosidad para con las llamadas de desconocidos al telefonillo o asegurarse de dejar puertas generales del edificio cerradas van descontadas.

Las formas más sofisticadas de seguridad ya requieren algo más de voluntad e inversión, pero debemos evaluar las vulnerabilidades de nuestro hogar para juzgar si nos merecen la pena. Estudiar si nuestra puerta es fácilmente franqueable y sustituirla por una blindada si así conviene, disponer barras de inmovilidad en las ventanas correderas o mercarse unas rejas para los accesos más accesibles desde la calle o desde algún jardín interior.

Y los más acongojados o escarmentados pueden decantarse por soluciones extraordinarias. Las alarmas conectadas a una compañía de seguridad sería la más difundido de ellas, pero también puede ya accederse a mecanismos como los lectores de huellas –que sólo abren ciertas puertas si coinciden las huellas o pupilas con las almacenadas en su base de datos, las cámaras inalámbricas, que son especialmente difíciles de sabotear, o los métodos de control a distancia, que pueden activarse y supervisarse a distancia mediante sistemas telemáticos a través de Internet o de un móvil. Un gran abanico de posibilidades para que nosotros tengamos unas felices vacaciones y los mangantes unas de indeseadas.
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