En España, la familia sí importa

Aunque, como hemos comentado en anteriores artículos, las ayudas a la familia en nuestro país están a la cola de Europa, el hecho es que los españoles somos de los ciudadanos que más importancia conceden a esta vital institución. Uno de los hechos más significativos que así lo revelan es el elevado número de jóvenes que al independizarse buscan una vivienda cercana a la casa de sus padres y es que, no nos engañemos, nuestros progenitores son una fuente inagotable de ayuda en todos los sentidos y mucho más cuando se convierten en abuelos.

Así se refleja en el estudio «El papel de la familia en el régimen de bienestar español», elaborado por las sociólogas Teresa Jurado y Manuela Naldini, donde se descubre que el 80% de los españoles se siente muy cercano a sus padres; una media bastante más elevada que la registrada en otros países como Dinamarca, Alemania o Inglaterra; donde la familia se valora de forma muy diferente que en nuestro país. Esta cercanía inter-generacional, y el deseo de los hijos de permanecer cerca de los suyos, no siempre tiene que ver con la ayuda que los padres les brindan; en muchos casos sucede precisamente lo contrario y son los hijos quienes se vuelcan en el cuidado de sus mayores, enfermos o dependientes; aunque, incluso cuando la ayuda mutua no es necesaria, el cariño continua siendo el principal nexo de unión de muchas familias. De este modo, a mediados de los 90, el 77% de las madres trabajadoras residían en la misma ciudad que algún pariente cercano y, en la mitad de los casos, vivían cerca de su propia madre, según datos proporcionados por el diario La Razón.

Este estudio no sólo revela que los Españoles tenemos muy desarrollado el sentido de la solidaridad familiar, independientemente de cómo sean las relaciones, y que nos sentimos obligados a corresponder por todo lo que se nos ha dado en casa; los datos también apuntan a la escasez de recursos existentes en España para ayudar en cuidado de niños y mayores. Es también por ello por lo que los abuelos de nuestro país dedican una media de 35 horas semanales al cuidado de sus nietos -frente a las 26 de media en la Unión Europea- y una de 46 al cuidado de parientes enfermos o dependientes, cuando el promedio de Europa es tan sólo de 22 horas semanales.

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