El momento del cambio

Aún hoy, a pesar del amplio abanico de entidades bancarias y de la competencia entre ellas (de la que los clientes podemos sacar cierto beneficio de cuando en cuando), quedan resquicios del pasado y parece que nos cuesta dejar el banco con el que habitualmente trabajamos. Sin embargo, en muchas ocasiones no nos faltan motivos para cambiar de entidad financiera en busca de mejores condiciones, del mismo modo que elegimos un comercio u otro, según nos convengan más unos u otros de sus productos.


 


La ‘lucha’ que existe entre los bancos por captar nuevos clientes juega a favor del usuario, pero a pesar de ello menos de un 7% de los usuarios está dispuesto a cambiarse de entidad, y es que parece que esta es una decisión difícil en la que pesa especialmente la falta de conocimiento financiero y la pereza ya que exige estudiar las diferentes ofertas y tomar en consideración cuestiones tan diversas como las puramente económicas como las condiciones de la hipoteca, las comisiones de mantenimiento o  posibles descuentos en el cobro de los recibos, hasta las de un sentido más práctico como el número de cajeros que tiene la entidad en la zona donde residimos o simplemente el trato personal que se nos brinda. Pero además, el dejar un banco por otro se ‘complica’ por razones incluso sentimentales, ya que es habitual haber trabajado durante toda la vida con el mismo banco, sin un motivo claro sobre esa vinculación. De hecho, esta fidelidad es tan habitual que la Comisión Europea mostró hace tiempo su preocupación por el hecho de que menos de un 7% de usuarios cambie al año de cuenta corriente.


 


En fin, si aún tenemos alguna reticencia para ponernos manos a la obra, debemos tener presente que la nueva entidad a la que nos traslademos tiene la obligación de ayudar a realizar todos los trámites, explicar cómo hacerlo y cómo se debe comunicar a la antigua entidad.


 


Como comentábamos anteriormente, mejorar las condiciones de la hipoteca es uno de  los principales motivos para cambiar de banco. Pero debemos prestar atención, ya que aunque es posible que algunas entidades nos cobren un interés inferior al que se paga en ese momento, pero el tipo de interés es sólo uno de los aspectos que se deben considerar en una hipoteca. Lo más probable es que ésta abarque unos gastos de subrogación que ronda el 1% del capital que reste por amortizar y que habrá que abonar a la entidad que se abandona. A ello hay que sumar los gastos de notaría y de gestoría. Algunas páginas web disponen de calculadoras y simuladoras para comprobar cuánto habría que pagar con las nuevas condiciones. Es el caso de ING Direct, Bancopopular-e y Bancaja, entre otras. Además debemos tener en cuenta el tiempo que llevamos pagando la hipoteca y si ha variado el precio de nuestro piso. Y es que cambiar la hipoteca a otro banco interesa más cuanto menos tiempo se haya amortizado el crédito. Además, si el valor de la propiedad ha subido, y además, se ha amortizado una parte del préstamo, la cantidad que se debe pedir esta segunda vez será inferior y las condiciones serán más ventajosas.


 


En cuanto a las comisiones, deberemos tener claro los servicios que cobra la entidad por tener contratadas cuentas y tarjetas de crédito y débito y controlar periódicamente lo que nos cobran, y si es necesario reclamar cuando nos cobren algo indebidamente.


 


Si ya hemos tomado la decisión de trasladarnos a un nuevo banco, procederemos a clausurar la cuenta. Para ello lo primero es estudiar los cargos e ingresos que se efectúan y pasarlos a la nueva cuenta y comunicaremos (normalmente es posible hacerlo por teléfono) a las compañías que nos pasan los recibos el cambio de cuenta. En cualquier caso es conveniente no cerrar la cuenta inmediatamente, sino mantenerla un tiempo para asegurarnos de que ya no llega ningún cargo.


 


Probablemente la entidad nos cobre una pequeña comisión por la cancelación pero si no se cierra, ésta generará gastos y, cuando no quede saldo, supondrá una deuda, pudiendo resultarnos al final más caro dejar la cuenta a cero que cancelarla desde el principio.


 

En vista de todo esto, deje los sentimentalismos a un lado y estudie si le conviene cambiar de aires bancarios.

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