De la piscina a la casa

El alicatado de las paredes de cocinas y baños se ha visto revolucionado gracias a la incorporación de un ‘nuevo’ material, el gresite, cuyo uso, hasta hace unos años, estaba circunscrito al recubrimiento de piscinas, dada su garantía de aislamiento frente al paso del agua. Pero su gran durabilidad y dureza además de su gran resistencia a las manchas, a los productos químicos, y a los cambios bruscos de temperatura (choque térmico) y permanecer inalterable a la acción del sol, de la lluvia, al calor y al frío extremo le han convertido en la estrella de los hogares, a pesar de su coste sensiblemente mayor al de otros materiales que se emplean para alicatar.


 


El gresite está formado por placas de vidrio cocidas a altas temperaturas, que es precisamente lo que le proporciona su gran estabilidad y duración. El acabado puede ser vidrioso o cerámico, en relieve o liso, con brillo o mate, bordes redondeados o rectos, y toda una infinidad de colores, formas y diseños que facilita un sinfín de combinaciones para la decoración. Otra de sus características es su reducido tamaño (entre 2,5 y 5 centímetros, comercializándose en planchas o ‘teselas’), que le hace perfecto para espacios reducidos, al proporcionar sensación de mayor amplitud, además de permitir efectos y dibujos originales  y personalizados combinando adecuadamente colores y formatos.


                                                                                  


Es precisamente su reducido tamaño lo que hace conveniente que se monte en las ya mencionadas teselas o planchas, para facilitar y agilizar su colocación. Cada tesela está compuesta por un mismo número de piezas que conforman una baldosa que se coloca sobre una superficie de revoco fino con mortero hidrófugo o también de hormigón o yeso proyectado o yeso laminados tipo Pladur.


 


A la hora de colocar el gresite la superficie ha de estar lisa y nivelada, si no es así, hay que colocar una mezcla niveladora antes y dejar secar muy bien. Las teselas, se han de colocar comenzando desde el centro hacia los laterales, nunca desde los bordes. Lo primero es preparar el adhesivo (cemento-cola) según las indicaciones del fabricante, y aplicarlo con una espátula dentada, no cubriendo más de 1 m2 por vez y con un espesor que no supere los 3 mm. Una vez extendido el adhesivo colocamos la tesela presionando y golpeando suavemente con la mano o con alguna herramienta de goma. Se irán colocando las tesalas una detrás de otra, comprobando de vez en cuando que están al mismo nivel y dejando para el final las que necesiten cortes. En general estos son los primeros pasos a seguir, aunque puede haber pequeñas variaciones dependiendo del material sobre el que están las teselas: malla, papel encolado o papel transparente:


 


Malla. Cuando el cemento-cola está seco, se rellenan las juntas con un cemento especial para rejunteo, se elimina el sobrante con una goma limpia cristales (si el gresite es vidrioso) y se limpian las teselas con una esponja húmeda.


 


Papel encolado. En este caso también hay que esperar a que se seque el cemento-cola para luego mojar el papel que recubre las placas, retirarlo con cuidado, limpiar los restos de cola y, a las 24 horas, rellenar las juntas.


 


Papel transparente. Igual que en los casos anteriores, una vez que el cemento-cola está seco, se retira el papel transparente que recubre las placas (éste no hace falta mojarlo), se rellenan las juntas, a las 24 horas de su colocación y se limpian las teselas.


 


Ya listo para disfrutar de la nueva decoración, que además de antideslizante, apenas requiere mantenimiento, tan solo pasar un paño y utilizar detergentes neutros, comunes, sin ceras, aceites, ácido fluorhídrico o ácido fosfórico.

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