Dar una segunda oportunidad

Ahorrar, reducir gastos… Todo es poco para lograr sacar la economía familiar adelante en estos tiempos de crisis. Una de las consecuencias de este cambio de mentalidad está siendo la vuelta a una costumbre dejada atrás, casi desaparecida: reparar aquello que se estropea. La bonanza económica de años pasados había provocado un auge de la cultura de ‘usar y tirar’. Todos hemos oído y dicho aquello de ‘no merece la pena arreglarlo. Sale casi más barato uno nuevo’.  Sin embargo ahora que hay que apretarse el cinturón de nuevo acudimos a los arreglos, especialmente cuando se trata de los electrodomésticos.


 


A pesar de que en ocasiones arreglar una lavadora, nevera o televisión puede costarnos hasta casi la mitad de lo que cuesta comprar uno nuevo, los tiempos de crisis hacen que muchos vayan al taller en lugar de al vertedero y dar una segunda oportunidad para seguir prestando servicio aunque sea un par de años más. De hecho, en el 2010 los servicios técnicos han experimentado un aumento del 40% en sus pedidos y se ha vendido un 64% más de piezas y recambios que en años anteriores.


 


Para que la opción de la reparación no se convierta en un auténtico quebradero de cabeza basta con seguir algunas recomendaciones:


 


En garantía.- Si el aparato cuenta aún con este período de ‘gracia’, llamaremos al servicio técnico oficial, al que solicitaremos, antes de nada, un presupuesto previo detallado y por escrito, en el que deberá figurar los datos de la empresa (cif, domicilio…), los nuestros, identificación de aparato (marca, modelo y número de serie), el tipo de avería y motivo de reparación, su coste y la referencia genérica de las piezas de repuesto que se van a utilizar (sus precios se corresponderán con los precios de venta al público de las mismas). Finalmente deberá estar firmado y fechado por la persona responsable del servicio técnico y constar la fecha prevista de entrega del aparato reparado. Hay que tener en cuenta que el presupuesto tendrá una validez de al menos un mes.


 


Cuando recibamos el electrodoméstico ya arreglado, nos aseguraremos de que las piezas que se han sustituido son nuevas. Además tenemos derecho a que el técnico encargado del arreglo nos entregue las antiguas y estropeadas. Además,  conviene, antes de pagar la reparación, comprobar que el electrodoméstico funciona de nuevo a la perfección. La garantía mínima de reparación es de tres meses y cubre todos los desplazamientos (sólo se puede cobrar un desplazamiento, aunque el técnico tenga que ir varios días al domicilio hasta completar la reparación) y las piezas reparadas o sustituidas. Durante ese tiempo, debe guardarse la correspondiente factura ante posibles reclamaciones futuras. El presupuesto deberá coincidir con la factura, donde se debe hacer mención a la garantía de reparación.


 


Si a pesar de estas medidas no acabamos satisfechos con la reparación, podemos reclamar, par lo que pediremos al técnico una hoja de reclamaciones, y si ni el responsable ni la empresa nos la facilitan, podemos poner una denuncia, ya que la ley obliga a disponer de este tipo de documentos para entregarlos al particular que los demande. La hoja de reclamaciones, o en su defecto la denuncia, servirán para emprender acciones contra la empresa que ha prestado el servicio, en lo que nos podrán ayudar cualquiera de organizaciones de consumidores.

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