¿Cómo afecta la televisión a nuestros hijos y nietos?

Teresa Torrecillas Lacave, profesora de Periodismo en la Universidad San Pablo CEU, ha sido recientemente galardonada por el estudio titulado “Los niños frente a la televisión: prácticas y mediación familiar“, en el que se revelan importantes datos sobre los usos y las costumbres de las familias españolas frente a la televisión.

El resultado más llamativo, y también más preocupante, de esta investigación es que los “los contextos familiares de recepción televisiva infantil son deficientes y no garantizan la protección de la infancia ni favorecen un correcto desarrollo de los menores frente al medio”. Es decir, los padres o los abuelos -quienes estén al cuidado de los pequeños- apenas controlan la programación y el tiempo que los chicos pasan frente a la televisión y se limitan a apagarla o a cambiar de canal sólo cuando consideran que los niños están llevando a cabo un visionado inadecuado; bien porque llevan mucho tiempo frente al televisor, o ante la aparición de ciertas escenas, especialmente de sexo o violencia.

Sin embargo, esto no es suficiente. Lo deseable sería que los padres guiaran y aconsejaran a sus hijos frente al consumo televisivo, dando lugar a un clima de crítica constructiva. Del mismo modo, se debería limitar el tiempo de visionado; no parece lógico que, tras volver del colegio, los más pequeños de la casa pasen la mayor parte de su tiempo libre viendo la tele; una practica que, si bien, no es nociva per se, provoca que dejen de hacer una multitud de cosas muy necesarias para su desarrollo -tanto intelectual, como motor-, tales como ir al parque o disfrutar de la lectura de un libro.

Por otro lado, la programación infantil de calidad es bastante escasa y -teniendo en cuenta la regulación audiovisual- los adultos que estén al cuidado de los chicos son los principales responsables de que lo que vean en la televisión sea apropiado para su edad. Los mayores saben de las deficiencias de este medio, sin embargo relativizan su influencia y parecen ser los primeros en permitir a los menores ver programas inadecuados para su edad, si se trata de la programación que ellos quieren ver. Y es que, otro de los problemas es la creciente individualización del uso del medio, que provoca un desconocimiento todavía mayor acerca de los programas que disfrutan los más pequeños.

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