Contar en nuestra vivienda con las máximas comodidades posibles que hagan de ella un espacio confortable es fundamental y ello depende en gran medida de su climatización. Desafortunadamente este punto supone un importante consumo energético nada favorable ni para nuestros bolsillos ni para el medio ambiente. Por ello hacia finales de los 70 y principios de los 80 empieza a despuntar en los EE.UU. el concepto de “casa pasiva” en la que prima la idea de reducir en los edificios los sistemas convencionales de climatización y sustituirlos por diferentes estrategias de diseño como la ventilación natural, la orientación solar o los materiales de aislamiento eficientes. Siguiendo estas pautas en 1988 los profesores Bo Adamson, de la Universidad sueca de Lund, y Wolfgang Feist, del Instituto alemán de Edificación y Medio Ambiente crean el “estándar Passivhaus”. Aunque hasta 1990 no se construye el primer edificio del mundo con este estándar, que quedará situado en la localidad alemana de Darmstadt.

Con el paso de los años el certificado “Passivhaus” se ha ido comercializado, llegando a cinco países de la Unión Europea dentro del proyecto CEPHEUS entre 2000 y 2001, además de un estándar similar, el MINERGIE-P, que es utilizado en Suiza. Estos certificados se han utilizado no sólo para la construcción de viviendas, sino también en otro tipo de edificios como oficinas, colegios o superficies comerciales.

Quienes quieran conocer algo mejor y más de cerca una ‘casa pasiva’ puede aprovechar los días 29 y 30 de junio, y del 6 a 8 de julio 2012 en los que se celebrarán los días de puertas abiertas Passivhaus, donde promotores, técnicos y usuarios abren las puertas de sus viviendas Passivhaus. De momento en España tan sólo contamos dos casas pasivas ya certificadas que se encuentran en Granada y en Navarra, pero en el resto del mundo se han certificado a unas 20.000 viviendas o edificios públicos, fundamentalmente en Centroeuropa.

El “secreto” de las construcciones con certificado Passivhaus es contar con un alto aislamiento térmico de las fachadas, cubierta, suelo, ventanas y puertas, y un sistema de ventilación que renueva el aire a todas horas y puede incluir filtros para alérgicos y asmáticos. Esto supone un coste mayor que el de una vivienda ‘convencional’ (entre un 7% y un 10% más caras), aunque este coste se cubre en un periodo de entre diez y veinte años, según cada caso, con el ahorro de energía.

Hay que tener claro que el estándar Passivhaus se centra en la eficiencia energética y no en otros aspectos que cuidan otros certificados medioambientales.

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