Al límite

Hasta el momento, ya lo hemos comentado en otras ocasiones, muchas personas estaban saliendo a flote y capeando la crisis gracias a que podían apoyarse en la familia. Las pensiones de los abuelos han estado manteniendo a familias enteras y muchos padres han vuelto a abrir las puertas de casa a sus hijos treintañeros en paro. Las familias llevan años arrimando el hombre para salir adelante y, aunque esta solidaridad intergeneracional puede que sea el único aspecto positivo de esta recesión, lo cierto es que estamos llegando al límite.

La alarma acaba de saltar el País Vasco, donde Cáritas ha dado a conocer que la situación de pobreza se está incrementando de forma peligrosa. El número de personas atendidas ha crecido alrededor de un cuarenta por ciento en 2012; la crisis se está “cronificando” y a las familias se les agotan los recursos. El endeudamiento y el desempleo no mejoran y los ahorros de los que muchas familias estaban tirando para salir adelante se están agotando.

Por otro lado, durante el 2012, un tercio de los atendidos por Cáritas llevan más de tres años siendo asistidos por la entidad. La situación, lejos de mejorar, está completamente estancada y lo más grave es que -según las palabras del secretario general de Cáritas en Álava, Ramón Ibeas- existe “un problema familiar serio” porque el “colchón” que hasta ahora eran los abuelos y sus pensiones “está empezando a fallar“.

Y no sólo en el ámbito económico. Las situaciones límite están afectando a la convivencia y si hasta ahora las familias se mostraban más unidas que nunca, la prolongación de situaciones insostenibles está dando lugar a grandes crisis familiares. Muchos piden ayuda a Cáritas, pero no todos. Hay quienes antes disfrutaban de una situación estable, propia de la clase media, y ahora se encuentran viviendo en la más absoluta pobreza y, sin embargo, se resisten a pedir ayuda por considerarlo “vergonzante”. José Ignacio Munilla, Obispo de Guipúzcoa, está estudiando una vía de ayuda para este tipo de familias que, pese a resultar poco accesibles, necesitan tanta ayuda como el resto.

La situación es preocupante, pero lo cierto es que también hay datos positivos; las donaciones a Cáritas van en aumento y su red de ayuda cada vez llega a más personas que lo necesitan. Una labor que además es posible gracias a las miles de personas desinteresadas que dedican su tiempo a los demás.

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