Abuelas voladoras

Cada vez envejecemos mejor y no cabe duda de que los sesenta de hace veinte o treinta años no tienen nada que ver con los sesenta de hoy en día. Buena prueba de ello es que existe un increíble número de mayores que, pese a seguir cumpliendo años, no han renunciado a practicar sus deportes favoritos, por muy extremos que sean. Es más, incluso algunos de ellos no tienen miedo a iniciarse en su práctica independientemente de su edad. Arriesgado, tal vez; divertido, seguro.

Curiosamente, una de las prácticas extremas favoritas del público senior es tirarse en paracaídas. Hace tiempo leíamos la historia de Montse, una amante de este deporte que empezó a practicar con casi cincuenta años. Sobrepasados los 75 todavía no ha dejado de lanzarse al vacío, una buena prueba de que el espíritu aventurero nada tiene que ver con la edad.

En la misma línea que Montse, pero al otro lado del Atlántico, estos días ha sido noticia Marion Stangler, una abuela que ha decidido celebrar su 90 cumpleaños con un salto en paracaídas que llevaba planeando desde los 80. El pasado seis de abril la “abuela intrépida” se lanzó al vacío acompañada de sus dos hijos, ambos sexagenarios. Tras el salto Marion afirmó que lo más inquietante había sido la caída libre: “pensé que nunca iba abrirse el paracaídas”.

Parecen ser las féminas quienes más disfrutan de este deporte alcanzada la madurez. Otro singular caso es el de Mary Hardi Allison, inscrita en el libro Guinness de los Récords como la mujer más anciana del mundo en practicar parapente. Inspirada por su hijo de 75, recién iniciado en el deporte, no quiso ser menos y, a sus extraordinariamente bien llevados 101 años, saltó sin temor alguno, mientras era observada por todos sus nietos.

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