Vuelve la leyenda del penacho

Algo místico, quizás emanado de su nombre o de la leyenda de haber sido la única competidora de Harley Davidson antes de su caída en plenos años 50, ha nimbado a esta marca de motocicletas para que en el imaginario de los coleccionistas una ausencia tan larga en el mercado no haya difuminado su prestigio. Aunque sin duda se debe al encanto inapelable de sus modelos clásicos, sobre todo el Scout y el Chief, y a la fama de sus motores imbatibles, que todavía sea una marca de referencia para los aficionados de todo el mundo.

Decana de la gran industria norteamericana, tras el bache que supuso la Gran Guerra, en la década de los 20 se convirtió en la marca favorita de corredores y gentes del mundo de los espectáculos ambulantes, lo que popularizó su nombre a la par que construía su mito. Sin embargo, el desgaste de la II Guerra Mundial, en la que se vio de nuevo empujada a satisfacer demandas militares, dejó tocada a la compañía, que pese a impulsar el modelo que en adelante sería su mascarón de proa, acabó por detener la producción en 1953.Los años posteriores representan años de ignominia para los puristas: sucesivas maniobras comerciales para vender motos fabricadas en Inglaterra, Italia o Taiwan y de baja cilindrada con el nombre Indian tendrían un éxito dispar, pero siempre oprobioso para la memoria de los exquisitos productos de la casa original de Springfield, Massachussets. El final del túnel pareció verse en 1999, cuando una continuación digna y legítima se instaló en Gilroy, California y llegó a manufacturar nuevos modelos durante el periodo 2001-2003. Pero la maldición del piel roja volvió a abatirse sobre esta aventura, que se vio obligada a declarar de nuevo la bancarrota tras la retirada de uno de sus inversores.

Muchos acaso desesperaran con este nuevo fracaso. Pero en cierto modo se había demostrado que la llama india no se había extinguido para siempre y que había ahí fuera gente esperando una señal para avivarla. Solo que se necesitaba un diagnóstico empresarial más agudo para que volviese a prender. Y tras estudiar el mercado y descubrir, entre otras cosas, las claves del renacimiento de Harley Davidson, que también en los 80 estuvo al borde del abismo, en 2006 se anunció un relanzamiento. En esta ocasión, sin embargo, se volvería no solo a las señas más clásicas de la casa –motos de gran tamaño y cilindrada-, sino que se orientaría a un público más restringido, dispuesto a pagar un diseño, unos componentes y unos acabados de gran lujo.

Así pues, desde 2009, estas cruisers que ahora se fabrican de un modo casi artesanal en Kings Mountain, Carolina del Norte, se sirven en siete perfiles distintos, desde el más deportivo al vintage, pasando por la réplica más fiel al clásico o una evocación de las motos customizadas para el ejército americano, y que cuestan entre 25,999 y 35,4999 dólares. Eso sí, si andas interesado en hacerte con una, te las financian a muy bajo interés.

Comentarios

Deja un comentario