Un viaje terrorífico

Lo siniestro está de moda. Libros de vampiros, películas de vampiros e incluso muñecas-vampiro. La fiebre por estos muertos vivientes continua hoy tan vigente como cuando se publicara, hace ya ocho años, “Crepúsculo”, la novela de Stephanie Meyer en la que vampiros y hombres lobos se convierten -y comportan- como adolescentes de instituto.

Este fue el punto de partida de una moda que se ha terminado extendiendo a todos los ámbitos, incluyendo el del turismo. Los viajes a Rumania, con el fin de descubrir la morada del vampiro más famoso de la historia, se han multiplicado en los últimos años, coincidiendo con que los precios del país del este son bastante propicios para todos los bolsillos.

El personaje de la novela de Bram Stoker está inspirado en Vlad III Draculea. Conocido como “el empalador”, todavía hoy, la leyenda se mezcla con la realidad de su historia, de la que poco se sabe con certeza. Vlad gobernó Valaquia desde 1452 hasta 1462, dicen que en tan sólo diez años asesinó a 50.000 personas empalándolas en largas estacas, fue famoso por su sadismo, del que según dicen no escaparon ni los personajes más influyentes.  Como gobernante, además de despiadado, cuenta la leyenda que fue valiente y audaz, dos virtudes que se ensombrecen ante su peculiar sentido de la justicia.

Existen circuitos y viajes organizados que recorren los lugares más importantes de “Drácula”, aunque no debemos olvidar si leemos el libro antes del viaje que su escritor, irlandés de cuna, jamás estuvo en Rumanía. Estos viajes suelen partir de su lugar de nacimiento, Sighisoara, pasando por el impresionante Castillo de Bram -en la ciudad de Brasov- hasta Snagov, el lugar donde se supone que fue enterrado.

Un viaje terrorífico que, sin duda, tiene que estar bañado por el licor más famoso del país: el Tuica, una especie de tequila o aguardiente de ciruelas que varía en la fuerza y sabor según el área del producción, alcanzando en la zona de Transilvania su carácter más potente.

Foto: Vista sur del Castillo de Bran. Transilvania, cerca de Bucarest. Autor: Huffer

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