Un mundo sin fin

Hizo resurgir la lectura por la novela histórica, hasta contribuyó a convertirla en el género de moda con la publicación y éxito de su obra, Los Pilares de la Tierra. Ahora, casi veinte años después, Ken Follet presenta la secuela, Un mundo sin fin, en uno de los escenarios de la novela, la catedral de Santa María de Vitoria.

Al igual que Los pilares de la tierra, esta segunda novela está ambientada en la Inglaterra de la Edad Media, doscientos años después que la primera y la misma catedral de Kingsbridge. La historia arranca la noche posterior al día de Halloween, cuando cuatro niños –una landronzuela, un matón, un niño prodigio y una chica que quiere ser médico- se conocen casualmente en dicha catedral. Un descubrimiento inesperado, de un caballero que ha matado a dos hombres y revela un gran secreto a uno de los chicos, marcará por siempre sus vidas.

El éxito internacional obtenido por la primera entrega, convertido en best seller a pesar de sus más de 1300 páginas, ha propiciado que tan sólo quince días después de ponerse a la venta en España haya sido uno de los regalos estrella de las pasadas Navidades. De momento, se han impreso 700.000 ejemplares, que en febrero podrían convertirse en un millón.

Aunque la crítica le achaca a Follet falta de rigor literario en el cuidado de su prosa, el secreto de su éxito reconocido reside en la capacidad para enganchar al lector en apasionantes aventuras e introducirle de lleno en el mundo creado por él mismo. Habrá que esperar para leer la tercera entrega, según a reconocido el autor, pero de momento nos quedan las 1120 páginas de Un mundo sin fin y la promesa de una novela ambientada en el siglo XX, que no es poco.

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