La urbanización del mundo rural y el abandono de las prácticas tradicionales en el campo han llevado, entre otras cosas, a que una especie animal tan histórica y común, hasta hace relativamente poco tiempo, como es el burro, se encuentre en peligro de extinción. Parece que ya no interesa su cría y cuidado porque su utilidad para el hombre ha decrecido enormemente.
Como reacción a esta situación, un grupo de personas amantes de los animales y la naturaleza puso en marcha hace unos años en la comunidad de Madrid la iniciativa Amiburro. Esta Asociación de Amigos del Burro pretende a través de de diferentes actividades culturales y en un entorno natural acercar a la sociedad la situación de estos animales y concienciar sobre los peligros que acechan su supervivencia.
En las escapadas que se organizan a Burrolandia, por paisajes de la Comunidad de Madrid, se trata que los visitantes aprecien de cerca el hábitat del burro, su cría, alimentación; se pasea a lomos de ellos en jornadas en plena naturaleza; se explican los procesos de reproducción, lactancia y ciclos biológicos y las prácticas agrícolas en las que han colaborado y pueden continuar haciéndolo.
Pero también, estas escapadas, que llevan más de una década organizándose, suponen una vuelta al pasado rural de nuestro país en el que, además de los burros, tenían un papel protagonista los aperos de labranza, también muchos a punto de desaparecer.
Otra asociación dedicada a la protección del asno es El Refugio del Burrito, ubicada en Fuente de Piedra, Málaga, pero además no sólo se protege al burro, sino que cuentan con un programa de Terapia Asistida con Asnos dirigida, principalmente, a niños con necesidades especiales utilizando a burritos aptos y sanos y que hayan recibido entrenamiento específico para esta actividad. De similares características es la asociación Andrea, cuya labor desarrollada en su centro de Requeixo De Valverde (ALLARIZ – Ourense), aúna el cuidado de pollinos y terapias para personas en desventaja física, psíquica y/o social.
