Tomar las aguas

La función terapéutica del agua no es algo que se haya descubierto recientemente, aunque sí es cierto que en los últimos años el turismo termal se ha puesto muy de moda. Spas y balnearios de todo el planeta se han visto copados por un público que demanda, por un lado, huir del mundanal ruido, dejándose llevar por el placer del relax, mientras que, por otro, busca los beneficios físicos propios de los tratamientos que se ofrecen en estos lugares.

Como comentaba, esto no es cosa nueva. En la antigua Roma ya se habían descubierto muchas de las bondades de los baños; es más, los ciudadanos con una posición económica acomodada podían disfrutar en sus propias villas de los balnea o balneum, pero estos recintos gozaban de tanta fama y gustaban tanto al pueblo que muchos de ellos eran públicos: las thermae otherma. Su desarrollo se remonta al s. V a. C., cuando los baños que solían estar asociados a los gimnasios griegos comenzaron a adaptarse de forma independiente. Las estancias destinadas al agua se emanciparon, ofreciendo un circuito especializado en el que se podía disfrutar de baños de vapor y piscinas calientes, frías y templadas. Hoy sabemos que gracias a ellos mejora la tonificación muscular o se activa la circulación sanguínea, aunque lo más probable es que los romanos los utilizaran principalmente por el estado de bienestar y relajación que proporcionan, así como para reunirse e incluso para cerrar negocios.

Basándose en las termas romanas, los musulmanes imitaron a la perfección estos centros de bienestar, hasta tal punto que los baños de vapor hoy se conocen comúnmente como baños turcos. Los beneficios del líquido elemento vivieron un nuevo esplendor en occidente a partir del s. XVIII, ciudades como Bath (Inglaterra) o Budapest (Hungría) se convirtieron en centros termales donde la clase pudiente europea viajaba para recuperarse de ciertas dolencias “tomando las aguas”.  En los países nórdicos, especialmente en Finlandia, existe también una gran tradición en estos aspectos, siendo la sauna el elemento principal de un ritual -considerado tanto físico, como espiritual- en el que se incluyen duchas templadas y de agua helada. Mirando hacia oriente nos encontramos con el país del sol naciente, donde el “ofuro” es un tradicional y milenario baño que se celebra ceremoniosamente siguiendo unas pautas estrictas, muchas veces en familia, y otras, continuando la estela romana, como acto social.

En la actualidad existen miles de centros especializados en la “toma de aguas”, ofreciendo tratamientos personalizados e individuales para diversos tipos de dolencias. Los spas pueden ser beneficiosos para desórdenes tan dispares como el reúma, el stress, las alteraciones del sueño, los problemas de circulación, las dolencias musculares, la diabetes o la artritis. Beber el agua mineral de los balnearios puede ser, además, muy beneficioso para los problemas de riñón y las sesiones de sauna y baño turco nos ayudan a perder esos kilos de más, mientras dejan nuestra piel tersa y libre de impurezas.

No pierdas la oportunidad de disfrutar de la “Salutem per aquam” ahora que, además de saber el impacto social y médico que ha tenido a través de la historia, conocemos la base científica de sus propiedades.

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