Talasoterapia: salud marina

La mayoría de nosotros nos sentimos especialmente bien cuando estamos en la playa, junto al mar. Relajados, con menos dolores, una piel más suave…

…Todo ello no es producto de la casualidad, sino de las propiedades de los elementos que contienen los productos que podemos encontrar en el medio marino y el propio clima. El agua de mar, lodos, algas… contienen más de 80 elementos necesarios para el buen funcionamiento del organismo humano, algunos de ellos incluso con propiedades antitumorales, antibacterianas y antivirales. De estos principios surge la Talasoterapia, una técnica basada en el uso del medio marino y de sus elementos –fundamentalmente el agua, las algas, los lodos y el aire- como agentes terapéuticos. Especialmente indicada en el tratamiento de diferentes patologías relacionadas con el aparato locomotor y músculo esquelético, el circulatorio, el respiratorio y la piel, suele aplicarse como analgésico tanto local como general en los procesos crónicos o agudos de reumatismo, osteoporosis y patología de la columna vertebral, además de en post-operatorios, traumatismos, afectación neurológica, o cualquier tipo de patología en la que este indicada la recuperación funcional. A nivel dermatológico la Talasoterapia se aplica en casos de psoriasis, y en el ámbito ginecológico trata los problemas de menopausia y pubertad.

La base de la Talasoterapia es el agua de mar, cuya composición, curiosamente,  es similar a la del plasma sanguíneo. Por ello, y al estar en contacto con el líquido marino (proceso de ósmosis), el cuerpo es capaz de absorber los elementos que precisa y recuperar su equilibrio, especialmente si el agua de mar se encuentra a una temperatura similar a la del cuerpo humano (entre 35 y 37º C).

También la aplicación de las algas van a proporcionar al organismo sustancias marinas y vitaminas (son portadoras de vitaminas A, B, C, E, F y K, un alto contenido en hierro y calcio, proteínas y un gran número de minerales), además de sus propiedades antibióticas, antitumorales, antioxidantes, antivirales y capacidad para retrasar el envejecimiento cutáneo, combatir la flacidez y la celulitis. Incluso el propio aire marino, saturado de microgotas de agua de mar, es rico en ozono y yodo, con propiedades antibióticas, relajantes y que aumenta las defensas del organismo. A todo ello hay que añadir los efectos que produce el entorno en el que se dan estos tratamientos: el aire, el sol, la tranquilidad que da el mar…. Son factores que hacen que la Talasoterapia sea aplicable en procesos de estrés, depresiones, insomnio y fatiga.

Para empezar a apreciar los efectos de la talasoterapia al menos han de transcurrir 7 días de tratamiento como mínimo, y sus contraindicaciones se dan en patologías infecciosas, alérgicas, cardiorrespiratorios e hipertiroidismo, en los que el medico lo contraindique, por lo que al igual que las aplicaciones de termalismo, deben ser siempre bajo prescripción médica.

Hoy en día el proceso de la Talasoterapia cuenta con técnicas ‘refinadas, y por ejemplo, el agua se recoge a más de un kilómetro de la orilla, se depura y esteriliza para garantizar la ausencia de agentes patógenos. Pero este método terapéutico, cuyo origen etimológico proviene del griego “Thalasso” –mar- y “Therapeia” –terapia-, ya fue recogido y recomendado por el mismísimo Hipócrates y utilizado en el antiguo Egipto, llegando a uno de sus mayores momentos de esplendor en la Roma imperial, junto con las termas y los tratamientos con aguas minero-medicinales. En el Medievo caerá en desuso, pero renacerá en el siglo XVIII, con nuevas técnicas de aplicación del agua de mar, llegando al siglo XIX a incorporarse al sector turístico con las grandes villas de salud, en las que se aplicaba esta técnica al igual que el termalismo.

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