Submarinos a gusto del consumidor

Tan sólo cien sumergibles privados de lujo surcan los fondos de los océanos y mares del planeta. Poco se sabe de sus propietarios y, menos aún, de sus misteriosas travesías, el secretismo es absoluto y, parece ser, indispensable para el negocio y disfrute de estos submarinos.

Convertida en la última extravagancia de algunos multimillonarios, entre los que se encuentran el petrolero ruso y dueño del Chelsea Football Club, Roman Abramovich, o el cofundador de Microsoft, Paul Allen, se ha erigido como el negocio más misterioso de los últimos tiempos. Empresas como Olympic Tool & Engineering o Exomos –que presume en su sede de Dubai de sus hasta 14 modelos de submarino- se dedican a construir estos yates sumergibles diseñados de la forma más lujosa.

Para hacernos una ligera idea, el modelo Phoenix 1000, de la empresa U.S. Submarines, tiene cuatro pisos de alto y 65 metros de largo; el Seattle 1000, es una nave de tres pisos de alto con cinco camarotes, cinco baños, dos cocinas, un gimnasio, una bodega para vinos y un portal de observación de 40,5 metros cuadrados, y todo al módico precio de 18 millones de euros.
En concreto, el submarino propiedad de Paul Allen está preparado para permanecer sumergida una semana, tiene 12 metros de longitud y un precio de venta de 8 millones de euros. Como anécdota y en homenaje al submarino al que Los Beatles dedicaban una de sus canciones más famosas, es de color amarillo.

El futuro de este negocio de sumergibles a la carta pasa por un acuerdo entre la empresa y el multimillonario cliente de absoluta confidencialidad. El fondo de los Siete Mares será así explorado de manera privilegiada sin que el resto de la humanidad sea consciente.

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