Que corra el champán

Por cualquier motivo, y especialmente por Navidad, el auténtico vino espumoso de la región francesa de Champagne va aparejado a la fiesta y la alegría.

Esta imagen, entre frívola y glamourosa, cultivada por una miríada de películas, canciones, carteles de publicidad y otros mensajes recurrentes en la cultura popular del pasado siglo, puede que no se corresponda exactamente con la idea más o menos mitificada de su “inventor”, ese monje benedictino llamado Pierre Pérignon que a principios del siglo XVII descubrió el método de fermentación que todavía hoy distingue al vino posiblemente más popular e icónico del mundo.

Pero desde su hallazgo en una abadía vecina de Épernay hasta nuestros días, estas burbujas tan especiales han ido dejando su reguero por las mesas de la alta sociedad, los reservados de las estrellas del cine y la música, las barras de los bares más legendarios y  los podios de los campeones deportivos, sin perder jamás su aura de elegancia, aunque en ocasiones un poco descocada y granuja.

Sin embargo, no todos los reflejos del Champagne son tan dorados como su leyenda. Se ha reprochado a menudo que hasta champagnes modestos y adocenados puedan costar como una buena botella de otro caldo. Y que por el mismo precio, uno puede encontrar mejor calidad en un cava catalán o incluso en las más finas producciones de espumoso inglés. Pero tampoco esto es del todo exacto: algunas catas a ciegas revelan que casas con precios muy competitivos y nombres solo conocidos para los expertos pueden dar mejores resultados que algunas de las más renombradas.

No obstante, el champagne es un mundo de ilusión, de lujo despreocupado, de luminosas apariencias. Y  cuando uno habla de él, habla de las bodegas más emblemáticas, de las más exclusivas colecciones y de las reservas más inalcanzables: Krug, Roederer, Bollinger, Dom Pérignon, Pommery, Veuve Cliquot…la gran nómina de los clásicos, los tête de cuvée de las viñas, a las que en los últimos años se están sumando rubros como los de Pannier o Jacquart.

Son sus producciones las que siempre acaban colándose en las listas de mejores del año, según el criterio de críticos y revistas prestigiosas como Fine Champagne. Por más que también haya sorpresas, como por ejemplo la sonada del año pasado, cuando Armand de Brignac, cuya botella metálica grabada con un as de picas y de estética lo suficientemente macarra como para convertirse en ícono de varios cantantes de hip-hop, se aupó en 2009 a lo más alto del cajón en la votación anual de la publicación.

Sea como sea, el equipo de Mayormente, seguramente con alguna elección más cautelosa y acorde a nuestras posibilidades, pero con la misma alegría que si abriésemos la más cara del mundo, regará un año más estas fiestas con champán. Entre otras cosas, porque este año nos ha tocado una pedrea de la lotería. Pero, sobre todo, porque hemos superado juntos este año tan complicado para la mayoría y hemos seguido contando con vuestro apoyo. Lo que nos enorgullece y nos llena de ganas de poder ofreceros en 2011 contenidos y novedades aún más estimulantes. ¡Salud!

Comentarios

Deja un comentario