Protección a la vista

A pesar de que las gafas de sol son uno de los complemento básicos para los enamorados de la moda, no hay que olvidar que la verdadera función de éstas es la de proteger a nuestros ojos de los rayos ultravioleta (UV) del sol, que aún siendo invisibles para las personas, se acumulan en el interior del ojo, pudiendo a medio y largo plazo dañar sus estructuras, tanto el cristalino, acelerando el proceso normal de la formación de cataratas por envejecimiento, como la retina, acelerando también enfermedades como la degeneración macular, que pueden afectar a la visión central del ojo.

El nivel de protección de las gafas de sol está regulado y garantizado por una normativa europea, por lo que cuando vayamos a comprar unas de estas lentes lo mejor es escoger las que muestran en los cristales la insignia CE, además de verificar su categoría. La normativa europea distingue cinco categorías, del 0 al 4, según el grado de intensidad con el que filtran la luz visible. La categoría 3 representa el 90 % de las gafas de sol vendidas: protege contra una luminosidad fuerte y bloquea el 100 % de las radiaciones UV. Es la protección ideal para la conducción y las actividades al aire libre. Si quieres ir a alta montaña, alta mar o incluso al trópico, lo mejor es optar por el índice CE 4 aunque no debemos olvidar que esta categoría de protección está terminantemente prohibida para conducir. En el resto del abanico encontramos gafas de sol de categoría 0, que reducen hasta un 20% la luz visible y se recomiendan como gafas de confort, las de categoría 1 (reducen del 20 al 57% la luz) para caminar por la ciudad; las de categoría 2 (del 57 al 82%) para deportes en el campo y en pista, pasear o bicicleta.

La segunda cuestión a tener en cuenta es el tipo de filtro de los cristales. Estos filtros son los que impiden que las radiaciones nocivas del sol lleguen al ojo, y pueden ser de diferentes colores, conjugando la capacidad de absorción de las radiaciones solares con otras características: Con el color verde apenas se produce una alteración de la visión de los colores, siendo adecuadas para la usarlas en diferentes actividades tanto de invierno como verano, mar o campo, especialmente para personas con hipermetropía. El filtro de color gris no altera la visión de los colores y es una buena alternativa para gafas de conducción, una actividad que si hacemos de noche es conveniente emplear una gafa con filtro amarillo, que mejora la visión de los contrastes, al igual que el filtro de color marrón, que se recomienda en la práctica de deportes de invierno, tenis, miopía o si se está con luz artificial.

En cuanto al material de las lentes, éstas pueden ser de cristal o de material orgánico, fabricado con plástico. Su calidad óptica puede ser similar, aunque tienen cualidades distintas. Mientras que el cristal es más duro y resistente al rayado, el orgánico pesa menos y es más resistente al impacto, lo que hace que se esté imponiendo cada día más. También se pueden encontrar otros materiales especiales como el policarbonato, que es prácticamente irrompible, y que puede ser el adecuado para tareas de riesgo o deportes extremos.

Casi tan importante como los cristales es la montura, y no precisamente por lo mucho o poco que nos favorezcan. Es importante que las gafas de sol sean ligeras, con patillas sólidas y con una forma que cubra suficientemente, envolviendo bien la mirada, especialmente si nos encontramos en alta montaña o en el mar, ya que darán una protección óptima contra la reverberación de la luz al tiempo que protege los párpados, ayudando a prevenir las arrugas alrededor de los ojos.

Lo que siempre hay que tener presente es que las gafas de sol deben adaptarse a las diferentes necesidades de protección ocular de cada persona y para ello lo mejor es contar con el asesoramiento de un óptico-optometrista para que nos ayude a escoger el tipo de gafas de sol más adecuado en función de nuestras actividades cotidianas y aficiones y evitar comprar las gafas de sol en sitios no autorizados o sin garantías de control por parte de las autoridades sanitarias ya que al no se asegurase el nivel de absorción de rayos UV pueden resultar peligrosas, siendo incluso más perjudicial llevar unas gafas de sol oscuras que no absorban la radiación UV que no llevar lente alguna, ya que al reducir la iluminación y dilatarse por ello más la pupila, la entrada al ojo de radiación nociva puede ser más alta que sin ella.

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