Por los pelos…

Es importante comenzar insistiendo en que no es lo mismo padecer un importante cambio de pelo o ser de ‘pelo pobre’ que sufrir alopecia. Y es que la confusión es muy frecuente. Tanto, que el 90% de las consultas que reciben los especialistas por pérdidas capilares son alopecias falsas. Por lo que a las mujeres se refiere se estima que actualmente afecta a un pequeño porcentaje de mujeres entre los 20 y 30 años y a un 30% de aquellas que tienen entre 40 y 60 años. Según el coordinador de Tricología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), el doctor Ramón Grimal, el 65% de las mujeres mayores de 60 años padece alopecia, ya que la pérdida de pelo se acentúa con la menopausia al producirse la disminución de hormonas femeninas y la fortaleza de las masculinas. Pero además de este ‘desajuste’ de los niveles de las hormonas endocrinas, la alopecia femenina puede estar causada por cientos de factores distintos como estrés, cambios estacionales, embarazos, enfermedades, tratamientos farmacológicos…

Sin embargo, la causa más común de caída del pelo en mujeres es la alopecia androgénica, un trastorno con componentes genéticos en el que se da un exceso de transformación de la testosterona, (hormona sexual masculina presente en pequeñas cantidades en el cuerpo femenino), en dihidrotestosterona (DHT). La DHT se une a los folículos pilosos y los debilita dificultando el crecimiento del pelo que se hace cada vez más fino y ralo. Entonces, el cabello va clareando y poco a poco sobreviene la calvicie, principalmente en parte central de la cabeza.

De cualquier modo la alopecia femenina se presenta de forma diferente a la masculina. El patrón de la pérdida de cabello en las mujeres se le denomina “difuso” o “de corona” ya que los cabellos de la zona frontal permanecen mientras que se debilitan y caen los de la zona central. En un principio el cabello que se cae crece nuevamente aunque cada vez más débil, de forma que de forma progresiva se convierte en vello hasta llegar a un momento en el que deja de nacer. Así, con la llegada de la menopausia este proceso se agudiza hasta que en ocasiones llega a desaparecer la línea frontal de pelo, apareciendo zonas de calvicie, aunque no tan notorias como en los casos de alopecia masculina.

A la hora de confirmar la mera visión de la alopecia con un diagnóstico médico se pueden emplear dos métodos:

“Tirón de pelo”.- Consiste en, literalmente, dar un –suave- tirón de un mechón de pelo y contar el número de cabellos obtenido.

“Densitometría”.- Se trata de recortar una pequeña parte del cuero cabelludo corto examinándolo bajo aumento (30x por lo general) y medir la densidad del cabello (el número de pelos por centímetro) para evaluar el porcentaje aproximado de pelos que se encuentran en un estado próximo a caerse.

Por lo general la pérdida de pelo que sufren las mujeres suele tener solución ya que sus causas suelen deberse a situaciones pasajera, pero hay que ser muy prudentes y no confiarse en costosos tratamientos que en muchas ocasiones no suelen servir de mucho.

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