No sé sabe si como moda o como tendencia, pero lo cierto es que dentro de cualquier punto de nuestras ciudades podemos encontrarnos con un grupo de jóvenes arriesgando sus huesos y articulaciones dando saltos, haciendo piruetas y brincando, utilizando para ello elementos del mobiliario urbano, azoteas de edificios e incluso los desniveles de los muros entre edificios, viviendas o aparcamientos.
Hasta ahora, nos habíamos limitado a ver este espectáculo en la televisión o el cine, en persecuciones propias de las sagas de James Bond o en humanos con poderes como Spiderman, el increíble hombre araña que trepaba cualquier edificio de Nueva York. Pero desde hace unos años se ha introducido la práctica del “Parkour” entre los urbanitas del siglo XXI. El término procede del francés ‘parcour’, que significa ‘recorrido’ y sus practicantes lo definen como el ‘arte del desplazamiento’.
El secreto de este deporte, del que tal vez hayamos oído hablar a nuestros nietos, es el desarrollo del cuerpo humano como un fluido que se adapta a los elementos con los que se encuentra, ya sean muros, desniveles, rampas o vacíos entre edificios. La velocidad y la flexibilidad son necesarias para que los movimientos que se realizan sean seguros y eficientes, de tal modo que un apoyo sirva como impulso para el siguiente salto o voltereta. Además, los traceurs –así se denominan quienes practican el parkour-, ven esta preparación como una utilidad social, puesto que se preparan para cualquier situación a la que ellos o sus conciudadanos se puedan enfrentar.
Para poder practicarlo tan sólo hace falta ropa cómoda, ganas de ejercitarse y alejar todo lo posible el miedo a dañarse o golpearse. A base de entrenamiento y de ir practicando poco a poco, los traceurs van siendo conscientes de sus propios límites, superando obstáculos, hasta convertirse en equilibristas de lo imposible. Probablemente tal vez este no sea el deporte más adecuado a partir de determinadas edades, pero lo cierto es que nunca está de más estar al día de las últimas tendencias.
Foto: Parkour vault. Alexandre Ferrerira
