Oporto, la ciudad discreta

Oporto es la segunda ciudad más grande de Portugal y, pese a situarse en un segundo plano respecto a Lisboa -turísticamente hablando-, rivaliza con la capital en belleza, animación y atractivos culturales. Es una gran desconocida por el turista medio que ha ido interesándose en ella de forma paulatina, gracias a la gran inversión en infraestructuras turísticas que se ha hecho en los últimos años. Pero lo más interesante no es su moderno aeropuerto, su gran oferta hotelera, su espléndido metro -ni siquiera el famoso vino de Oporto-; lo más destacado de esta urbe llena de encanto -y de puentes sobre el río Douro- es la variedad de atracciones que ofrece para casi cualquier tipo de visitante.

Para amantes de la cultura contemporánea
Oporto tiene el privilegio de albergar el museo más visitado de todo el país: la Fundaçion Serralves, un centro de arte contemporáneo que vale la pena visitar, aunque sólo sea para deleitarse contemplando la arquitectura del edificio que lo alberga. Se trata de una obra del genial Alvaro Siza, un arquitecto autóctono cuya vocación de escultor queda latente en los rotundos y sutiles volúmenes de sus edificios.
Además, en la ciudad se pueden visitar otras grandes joyas de la arquitectura contemporánea -como la Casa Da Música de Rem Koolhas o la estación de metro que allí para, proyectada por Eduardo Souto de Moura- mientras se profundiza en la más rabiosa actualidad artística, gracias a locales como Maus Habitos: un centro alternativo que acoge todo tipo de exposiciones, actuaciones en directo, conciertos y talleres; donde las artes se mezclan de forma caprichosa dando cabida a cualquier tipo de cultura underground.

Casa da Musica. Rem Koolhaas

Para nostálgicos que buscan empaparse de tradición
Dicen que la elegancia inglesa todavía se respira en esta ciudad, donde un buen número de británicos se establecieron para dedicarse al licor. Al margen de ello, la urbe está llena de monumentos, en su mayoría sitos en el centro histórico, situado en la colina que se levanta en la orilla norte del río y escondido entre callejuelas serpenteantes repletas de encantadores edificios decadentes.

En él, son visita obligada algunos monumentos como el Palacio de la Bolsa, la catedral, la Iglesia, la Torre de los Clérigos, el Palacio de Cristal o el Ayuntamiento; desde cuyos áticos se contemplan hermosísimas vistas del Duero. En la zona del antiguo puerto, sorprenden las antiguas casa lusas de estrechas fachadas recubiertas con tradicionales azulejos que, al ser contempladas junto a las antiguas embarcaciones que se conservan en el puerto, son capaces de transportarte al pasado en un abrir y cerrar de ojos.
Pero, sobre todo, Oporto es la ciudad de los puentes: bellos, imponentes, innovadores y antiguos; se levantan orgullosos sobre el Duero, mostrándonos los vestigios de diferentes estilos y épocas.

Para los que gustan de la buena mesa
Las “tripas à moda do Porto”, el “Bacalao a la Gómez de Sá”, la “francesinha” y el “caldo verde” son los platos tradiciones de la ciudad y todos ellos cuentan con su propia y peculiar historia. Lo propio es degustarlos acompañándolos de un buen vino de Oporto y de paso, si se tercia, visitar alguna de las “cavas” situadas en la margen izquierda del río Duero, en Vila Nova de Gaia.

Paseos en antiguos barcos, recorridos románticos por las márgenes del rio, viejos tranvías, humildes callejuelas llenas de encanto, bacalao, vino y monumentos históricos se codean con centros de arte emergente, galerías y arquitectura de última generación en una ciudad donde los contrastes conviven con sutileza.

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