Novela Negra contemporánea: Henning Mankell Y Kurt Wallander

No es un cínico y mucho menos un duro castigador. No compadrea con el hampa ni frecuenta a mujeres de moral distraída. Tampoco parece que los bajos fondos de la ciudad de Ystad den para esos alardes. Aunque a veces, precisamente porque ocurren cosas que nunca hubiera pensado que pudieran suceder en el civilizado condado de Escania, se plantee qué está pasando en una Suecia que cada vez reconoce menos. Qué ocurre en un país que parece no percibir que su Arcadia feliz se tambalea.

De sueño inquieto, con algo de sobrepeso, separado, sin aficiones particulares y con relaciones familiares no del todo satisfactorias: es el comisario Kurt Wallander, con toda probabilidad, el más vulnerable y humano antihéroe que la novela negra europea haya dado en los últimos lustros.
Al autor de la saga, Henning Mankell, hay que atribuirle el mérito de haber marcado la pauta en la renovación de un género que vive un notable resurgimiento. Su detective Wallander desafía a los referentes clásicos de la serie negra, pero también a sus relecturas más perversas, turbias o intelectuales (llámense Jim Thompson, Chester Himes o Vázquez Montalbán). Porque Kurt es un prototipo del sueco de clase media, con su vida corriente y sus ambiciones modestas; un funcionario de policía que tiene la simple aspiración de hacer su trabajo con honradez y eficiencia.

Y para ello debe enfrentarse a una burocracia cada vez más entorpecedora y, lo que le hace especialmente cercano, a las propias dudas acerca de sus capacidades y de la utilidad de su trabajo. Y es que ni posee una sagacidad deslumbrante ni un carisma arrollador. Sus proezas tienen más que ver con el tesón, con el trabajo constante, con el espíritu de superación pese al sentimiento de ineptitud y zozobra que a veces le abate y con el que muchos lectores pueden identificarse.

Las diez obras que componen la serie completa se pueden disfrutar en traducción castellana gracias a Tusquets, mientras que la misma editorial permite gozar de ocho de ellas en versión catalana. La falsa pista, Los perros de Riga o Asesinos sin Rostro son algunos de los títulos que ya se han labrado la reputación de clásicos contemporáneos, de estupendas radiografías del desasosiego europeo y de adictivas píldoras de una saga que tanto los aficionados al género como los aficionados a la lectura sin clasificaciones harían bien en no perderse. Prometemos una diversión, por turbadoras que en ocasiones resulten estas novelas, que les mantendrá en vela más de una noche.

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