Novela Negra Contemporánea: Batya Gur

La mejor novela criminal tiene la facultad de cuestionar incisivamente los valores y funcionamiento de la realidad que le sirve de escenario. Y las obras de Batya Gur lo hacen con una sociedad tan compleja, poliédrica y fascinante como la del moderno Israel. Ya sólo por eso, por abrirnos una ventana nueva a un mundo del que sólo nos llegan noticias de su encarnado conflicto, merecería la pena leer sus libros. Con sensibilidad y agudeza, Gur pone en evidencia las contradicciones de una nación en formación y con un pasado traumático en la que hay que tener en cuenta incontables sutilezas para comprender lo que ocurre:

las diferencias entre judíos de distintos orígenes o entre retornados y sabras (ya nacidos en Israel), las particularidades únicas del país, el trasfondo de las intifadas, la sensación de desasosiego y precariedad que se deriva de una historia llena de infortunios y de presente incierto, etc.Pero además, Batya Gur tiene un gusto clásico por el género, con elementos propios de la novela negra más social, pero también de la clásica intriga de misterio. En sus libros nunca se descuidan las tramas, que arma como una paciente orfebre; despliega primero sus casos con profusión de datos, detalles, pequeñas digresiones y  después los repliega atando minuciosamente todos los cabos. Y todo ello con un notabilísimo sentido del ritmo.

Quizá por esa facilidad narrativa haya sido llamada la Agatha Cristhie israelí, aunque a diferencia de la novelista británica, Gur sea más honesta con el lector y no de tantos golpes de teatro y giros rocambolescos e imprevisibles como aquella.

Otro rasgo que cautiva de sus libros, protagonizados por un seductor aunque algo insatisfecho inspector de policía sefardí, Michael Ohayon, caracterizado por sus dotes de observación y por su capacidad de empatía con las victimas, pero también con los asesinos, es que siempre se desarrollan en un entorno hermético, en un coto profesional o humano cerrado: el círculo de profesores de literatura de la Universidad, los miembros de un Kibbutz o un grupo de intérpretes de música clásica. Microuniversos con reglas y códigos propios que hay que penetrar antes de poder aspirar a resolver el delito. La especialidad de Ohayon y su habilidad para ponerse en pieles ajenas y entender puntos de vista ajenos de la vida.Cinco novelas componen la obra de esta mujer que empezó a escribir a una edad tardía,  41 años, y murió de forma prematura, con 57 años. Leerlas es el mejor tributo que puede hacérsele y un gran favor que podemos hacernos.

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