Negocios personales

No, no es una broma y no es mear fuera del tiesto. Es simplemente una decisión que cada año toman muchos emprendedores con una buena idea, las ganas de convertirse en sus propios jefes o el deseo de que una afición se pueda convertir también en fuente de ingresos.

Y no se trata de montar de la nada un gran emporio internacional o un embrollo cuya carga de trabajo nos vaya a desbordar después de muchos años ya de preocupaciones laborales. De hecho, en los últimos años, para ciertos modelos de empresa autogestionados, que demandan solo una pequeña inversión inicial y cuyo propósito es el de ayudar a completar ingresos o incluso tener un entretenimiento provechoso (o no demasiado ruinoso) se ha acuñado el término de micronegocio. Algo pequeño, manejable y al alcance de casi todos.

Ahora bien, si nuestro espíritu es siempre el de animarte a desarrollar tu creatividad y ambición, tengas la edad que tengas, sería insensato decir que una aventura de este calibre puede emprenderse a la buena de dios. Contrariamente, cuanto más estudiado esté todo y mejor previsión se haya hecho de los puntos fuertes de nuestra iniciativa y de los posibles inconvenientes con los que puede encontrarse, mejor.

Eso es lo que se consigue con un plan de empresa. Un instrumento que tanto sirve para definir con precisión nuestras ideas como para presentarlas ante posibles clientes y avaladores. Una forma sencilla de hacerse con uno puede consistir en que alguien que tenga una empresa nos deje el suyo para seguir sus pautas. Sin embargo, en Internet hay buenas herramientas  que nos pueden ayudar a completar esta tarea.

Otra solución recurrente pasa por los servicios que ayuntamientos y comunidades tienen de promoción de la empresa y el autoempleo. Aunque mucha gente no se pare ni a considerar estos organismos y considere que son algo meramente burocrático y de poca ayuda, pueden ser de gran utilidad, sobre todo para principiantes. Y entre otros servicios, algunos de estos centros incluso ofrecen un local para comenzar la actividad.

Pero si realmente queremos una aproximación completa a todos los aspectos que implican tener un negocio propio (de la puesta en marcha del concepto a la contabilidad o el marketing) lo mejor es recibir formación. Sí, desde luego, se puede seguir algún oneroso master en administración o algo por el estilo. Pero antes, nosotros recomendamos muy competentes cursos gratuitos que la CEOE, la administración o empresas independientes imparten para los interesados sin más requisitos que seguirlos telemáticamente.

Mas aun teniendo claras las cosas y bien apuntalados los conocimientos, todavía puede faltar el empujón decisivo: la ayuda financiera. Una cantidad pequeña no será excesivamente difícil de conseguir para un senior, ya sea por disponer de ahorros o por una impecable historia bancaria. Sin embargo, todos sabemos que en los últimos tiempos el crédito fluye con mucha más dificultad que hace unos años y las condiciones no siempre son las mejores. Por todo ello, no hay que descartar la posibilidad de recibir algún tipo de subvención estatal. Las hay de muchos tipos y cuantías, y algunas están específicamente pensadas para empresas de nueva creación o que dan sus primeros pasos. Aunque para facilitar el lío de buscar esas convocatorias, disponemos de buscadores tan valiosos e intuitivos como el de la revista Emprendedores o el de este portal especializado en ayudas.

Con esto, un poco de suerte, ingenio y tenacidad, no nos han de faltar más empresas “mayores”.

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