Más allá del todo incluído

Viajar a República Dominicana aunque supone “cruzar el charco” se ha convertido sin embargo en un periplo bastante accesible; no es raro encontrar interesantes ofertas en las cristaleras de las agencias de viajes y más aún en internet. Casi todos estos paquetes están pensados para un turismo pausado que principalmente quiere disfrutar de la belleza de las playas caribeñas, alojado en un hotel del que ni siquiera sea necesario salir. No negaremos que viajar de este modo es atractivo, sin embargo, hoy nos proponemos ofrecer una visión diferente a la habitual sobre este país, el primero de las Américas que pisó Cristóbal Colón.

Su Capital, Santo Domingo, fue por tanto la primera fundada en el Nuevo Mundo (1496) y conserva hoy todo su encanto colonial, además de la antigua Catedral y un elegante Castillo que bien merecen una visita; y es que, no en vano, la ciudad está declarada Patrimonio Nacional de la Humanidad por la UNESCO.

Nuestra huída de los lugares turísticos habituales de la isla -como Punta Cana, Puerto Plata o la Romana- nos lleva hasta Barahona, una de las zonas menos explotadas de Santo Domingo. Situada en la Península de Pedernales, al sur del país, cuenta con tres parques nacionales repletos de naturaleza en estado salvaje. Calas vírgenes, paisajes desérticos, el lago más grande de la isla y un curioso fenómeno magnético son los principales atractivos de esta región, a la que pocos turistas se acercan.

Casi todas las playas del país son parajes de ensueño y, aunque parezca imposible, todavía hay muchas donde se puede escapar del bullicio provocado por el influjo turístico, ya sea por su carácter rocoso y su difícil acceso -como es el caso de la bellísima playa de Montecristi-, o bien porque todavía no han sido explotadas. Entre estas últimas vale la pena señalar Playa Rincón, un lugar excepcional en pleno Samaná, donde se pueden contemplar las ballenas jorobadas o bucear entre pecios de época colonial que han permanecido intactos bajo el agua.

No moverse de las maravillosas instalaciones de los famosos hoteles “Todo incluido” de República Dominicana es, sin duda, toda una tentación; pero sin duda merece la pena hacer el esfuerzo para descubrir a fondo una tierra donde naturaleza e historia se dan la mano creando un marco incomparable.

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