Mapas, garantías en ruta

La fiebre del GPS parecía que iba a enterrarlos, pero ellos se han resistido mostrándose todavía más fiables y completos en muchas partes de la tierra. Su simplicidad, que no requiere de ningún condicionante externo, llámese batería o conexión, su dureza –pueden guardarse en cualquier lado o doblarse a placer- y, por qué no decirlo, el encanto de su forma de representación aseguran, de momento, su supervivencia.

Para escoger el mapa adecuado a nuestro viaje habrá que tener en cuenta distintas variables, que incluyen las preferencias personales. Algunas de ellas son de sentido común. Si se trata de una ruta en carretera, la máxima actualización y la precisión con la que muestre la red serán los imperativos. En cambio, si se trata de senderismo, la prioridad  será que sean hipsométricos (muestren las alturas por código de colores) o cuenten con curvas de nivel numeradas. Esa característica ofrece una información fundamental para conocer los desniveles de los senderos y programar las excursiones. En este último campo, cuentan con asentado prestigio los mapas elaborados por el Instituto Geográfico Nacional  o por algunas editoriales especializadas como Alpina.

En ambos casos, hay varios matices que puede decantarnos por una u otra opción. Algunas serán caprichosas: la tipografía empleada o el tipo de papel (normal, plastificado, resistente al agua, en forma de cuaderno, con cubierta, etc.)- y otras pragmáticas: lo clara e intuitiva que se nos antoje su interpretación o la calidad de las informaciones suplementarias y de los signos topográficos que ayudan a descifrarlo. Muchas veces la presencia de señales que marquen fuentes, balnearios, bosques, ruinas, abadías, vegetaciones particulares, miradores o simplemente tramos pintorescos puede ayudarnos a organizar nuestro viaje o a hacer descubrimientos en los que de otra manera no hubiéramos reparados.

Otro dato a tener en cuenta es el de la escala. El mapa ideal es el de mayor escala que cubra la totalidad del territorio que queremos recorrer en una sola hoja de tamaño razonable y fácil de plegar. Aunque tampoco pueden buscarse quimeras: a mayor escala, más pormenorizados estarán los accidentes y datos, pero también menos espacio abarcarán. Un 1: 10.000 o incluso un 1:25.000 sin idóneos para andar por el monte o por regiones remotas y de caminos y carreteras muy secundarias, pero son inviables para grandes travesías, pues nos supondrían andar con decenas de ellos.

En las tiendas de viajes y hasta en las grandes librerías suelen tener una sección dedicada a  mapas. Sólo hay que tener en cuenta que de algunos lugares –Asia Central, ciertos lugares de África, Amazonas- su precisión y puesta al día puede distar bastante de ser la adecuada.
Y de postre, una buena dirección on-line para consultar y comprar mapas es: www.mapquest.com

Comentarios

Deja un comentario