Algunos de los actores y directores históricos internacionales del Séptimo Arte más recordados nunca fueron reconocidos con el galardón más preciado, el Oscar, aunque algunos fueron reiteradamente nominados. Por ello, además de por sus interpretaciones y obras cinematográficas, también se les conoce como los grandes olvidados o perdedores de la meca del cine.
Uno de los casos más inexplicables es el maestro del suspense Alfred Hitchcoch, quien no se alzó con ningún Oscar al mejor director a pesar haber rodado más de 60 películas, algunas de ellas inovidables, y de haber sido nominado en dicha categorías hasta en cinco ocasiones, por Rebeca (1940), Náufragos (1944), Recuerda (1945), La ventana indiscreta (1954) y Psicosis (1960). Al final, y como suele ocurrir con las ‘meteduras de pata’ de la Academia de cine americana, sólo se llevó un Oscar honorífico.
A pesar de sus brillantes interpretaciones en películas como La fiera de mi niña (1938), Historias de Filadelfia (1940) o Encadenados (1946), a Cary Grant siempre le atormentaba que la Academia de Hollywood no le premiara. La estrella fue nominada en dos ocasiones, por Serenata nostálgica (1941) y Un corazón en peligro (1944), pero no logró ninguna de las estatuillas. Nuevamente, se debió conformar años más tarde con un Oscar honorífico concedido, paradójicamente, por su ”maestría única en el arte de la interpretación cinematográfica”.
Puede que sea uno de los directores más veces nominado en la Historia de estos premios: 13 nominaciones, cuatro al mejor director y otras cinco al mejor guión. Sin embargo, Stanley Kubrick tuvo que conformarse con un insustancial reconocimiento a los efectos especiales de su 2001: Una odisea en el espacio, de 1968.
Otros olvidados o eternos nominados, que, finalmente, fueron compensados al final de una brillante carrera cinematográfica con el Oscar Honorífico fueron intérpretes como Greta Garbo, Kirk Douglas, Deborah Kerr o Gene Kelly, y directores como Ernst Lubitsch y Howard Hawks.
