La fama nos precede y la ciencia lo confirma: somos demasiado salados para nuestra salud. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición acaba de presentar los resultados de un estudio encargado a la Universidad Complutense que revelan que cada español ingiere una media de 9,7 gramos de sal al día, casi el doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
El motivo no es, fundamentalmente, que se nos vaya la mano con el salero, de hecho, según este informe, sólo el 20% de la sal que consumimos tiene esta procedencia. El resto de sal que ingerimos es “sal oculta”, es decir, la presente en alimentos como los productos procesados.
Para determinar los alimentos que contienen esta sal, la AESAN también ha encargado un estudio a la Organización e Usuarios y Consumidores. Este informe concluye que cerca del 26% de la “sal oculta” que tomamos procede de los embutidos (cocidos y curados), un 19% del pan (de panadería, de molde y bollería), casi un 7% de los lácteos y un 5% de los platos preparados.
Este llamativo exceso de sal en nuestra dieta es causa de numerosos problemas de salud. Tanto es así que hace casi un año la Asociación Médica Mundial (AMM) alertaba a las instituciones médicas, los gobiernos y ciudadanos, sobre del consumo excesivo que se hace de la sal, especialmente fuera de los hogares, dado el riesgo que ello supone para la aparición o agravamiento de la hipertensión y para las enfermedades cardiovasculares, recordando que según la sensibilidad de cada persona a la sal, el sodio puede producir mucho daño a las poblaciones tanto hipertensas como incluso normotensas. En España fallecen al año unas 124.000 personas por enfermedades cardiovasculares y que el 5% de ellas está “directamente relacionado con la hipertensión” y el consumo de sal.
