Cuando a los 11 años de edad la madre de Elizabeth Taylor, buscando el estrellato para su hija, le consiguió un papel en la película de Lasie, nada hacía presagiar que se esa niña de ojos violetas se convertiría en una de las divas de los años dorados del cine estadounidense. Ahora, recién cumplidos los 75, puede presumir de ser la última de las estrellas de esa generación que, además, protagonizó más de 50 películas.
Pero quizás la más apasionante de las historias de las que fue protagonista ha sido su propia vida. A los 24 ya había alcanzado el éxito con la película Gigantes (1956), paradójicamente el último film del malogrado James Dean. Luego vendrían El árbol de la vida (1957), La gata sobre el tejado de cinc (1958), De repente el último verano (1959),…
Se caso ocho veces, dos de ellas con el también actor Richard Burton a quien conoció en una de sus películas más famosas: Cleopatra (1963). Fruto de sus numerosos matrimonios tiene cuatro hijos, que el pasado martes se encargaron de organizar para Liz –también dama del imperio británico-, una fiesta homenaje.
A partir de la década de los 70 deja de hacer películas, y empieza su declive profesional y personal. Se convierte en protagonista de escándalos por sus relaciones, sus enfermedades y adicciones. Sin embargo, ella siempre puso a los rumores buena cara.
En los últimos tiempos, apartada ya de la vida pública, ha dedicado su nombre y dinero a la lucha contra el SIDA. Por sus obras personales y profesionales, además, a partir de ahora el día de su cumpleaños, el 27 de febrero es oficialmente en Hollywood el ‘Día de Elizabeth Taylor’.
