Loewe: Creaciones de museo

La relación entre el arte y la alta costura no es algo precisamente reciente, aunque sí se puede considerar que cada vez sea más evidente. Si en un principio esta relación era más de carácter personal entre modistos/diseñadores y artistas, etc. (recordar por ejemplo el caso de Schiaparelli y Dalí), más tarde se ha pasado a poder disfrutar de las piezas más destacadas de las pasarelas tanto de moda, joyería y demás elementos en muestras puntuales en museos, hasta llegar al punto de que las grandes casas de moda de alta costura cuentan con su propio museo donde admirar las piezas que las han hecho míticas, como Gucci, Valentino… y el de Loewe, ubicado en pleno corazón de Barcelona, en el Paseo de Gracias, junto a La Pedrera (edificio espléndido de Antonio Gaudí).

Ya antes de establecer su museo, Loewe y la Ciudad Condal han tenido una especial relación desde los orígenes de la firma hace 166 años, y prueba de ello es que la firma le ha llegado a dedicar a la capital una colección completa, una línea de bolsos denominada “Barcelona”, inspirada en la arquitectura, cultura, diseño e imaginario de la ciudad. Pero volviendo al museo, hay que señalar que no sólo ha sido pensado como dedicación a la casa, sino también como galería de arte. Por ello se encargó a la productora Boolabel el diseño del interior, en donde se ha querido aunar el universo Loewe con tributos a Gaudí, al Mediterráneo y a las esculturas metálicas de Eduardo Chillida. El resultado es un espacio de 580 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas, dedicadas cada una de ellas a lo más característico de esta firma, fundada en 1846 por Enrique Loewe, un español de origen alemán y que hoy tiene como presidente de honor a su bisnieto, Enrique Loewe Lynch, que ha sido el encargado de impulsar este museo. Precisamente era Enrique Loewe quien antes de que se abriera el museo se refería en el periódico El Mundo al hecho de que “la colección se ha formado gracias a personas y departamentos de la propia casa, con cierta conciencia coleccionista, que han conservado productos con mucho mimo. Por supuesto, también hemos recibido donaciones de los clientes, que son claves en este proyecto: ellos constituyen la columna vertebral de Loewe y el museo se forma gracias a su generosidad”.

El Museo de Loewe permite, a través de exposiciones e instalaciones multimedia, repasar la excelencia artesana de la casa. Ya a la entrada uno se encuentra con la ‘joya de la corona’ Loewe: su bolso Amazón, el más vendido de la firma. Expuesto en un enorme escaparate junto a las 65 piezas que lo conforman y acompañado por una proyección holográfica que muestra en ocho minutos, las ocho horas que tarda un artesano en confeccionarlo. Ya en otras tres plantas se reparten algunas piezas de  importancia como el bolso Eva Perón de 1942, una cartera de cocodrilo de 1927 (guardada en su caja original) o unos zapatos creados por el diseñador Roger Vivier para Loewe en 1960. Pero cada piso muestra un aspecto diferente de de la historia de Loewe:

La planta inferior está dedicada a la seda, cuyos estampados son proyectados en las paredes y algunos pañuelos se muestran en movimiento, recordando a una pareja de bailarines.

Ya en la entreplanta superior se encuentra una reconstrucción de un escaparate de Loewe de la década de 1960 y toda una selección de las piezas de archivo de Loewe. Un nivel más arriba la piel es la protagonista y finalmente, en el nivel superior encontramos una zona destinada al descanso, con mesas interactivas para quienes quieran conocer más sobre la historia de Loewe. Un espacio que también es el destinado a las diferentes exposiciones temporales que llegan al Museo Loewe.

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