Leer con cabeza

En la mayoría de las ocasiones mantener en forma nuestro cuerpo y nuestra mente requiere un esfuerzo que a pesar de la satisfacción que produce, no deja de suponer un sacrificio. Sin embargo pocas cosas hay más beneficiosas para mantener activo nuestro cerebro que el placer de la lectura, así que cómo desaprovechar esta ocasión, cuando se celebra el Día Internacional del Libro para hacernos eco de la recomendación que lanza la Sociedad Española de Neurología (SEN). Como explica el Dr. Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN, “la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales”.

Cuando leemos nuestro cerebro se ve obligado a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar. Todo ello hace mejorar nuestra capacidad intelectual al estimular nuestras neuronas, y un cerebro activo realiza mejor sus funciones y además responde más rápido. Pero también la lectura nos proporciona otros beneficios como es el de ayudar a establecer relaciones sociales (grupos de lectura, temas de conversación que facilitan la socialización…) –fundamental también para mantener la actividad cerebral- y contribuye a reducir el estrés, un factor importante en el origen y/o empeoramiento de patologías neurológicas como cefaleas, epilepsias o trastornos del sueño (de ahí que leer antes de ir a dormir estimule el desarrollo de unas rutinas de higiene de sueño.

En los últimos años son muchos los estudios que vienen relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva (la capacidad que tiene el cerebro de resistir o minimizar posibles daños). Los expertos cada vez consideran más importante esta reserva cognitiva, ya que parece constatarse su relación con el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos, y porque se ha demostrado que también es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas, como señala el Dr. Guillermo García Ribas, que explica que “se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías”.

Precisamente las demencias, que se caracterizan por el deterioro persistente y progresivo de las funciones cerebrales superiores como son la memoria, el lenguaje, orientación, cálculo o percepción espacial, entre otras, son las enfermedades neurológicas que más se han asociado al concepto de reserva cognitiva. De esta forma, parece evidente que el desarrollo el hábito de la lectura ayuda a proteger y a ‘minimizar’ los efectos de las demencias como la de la enfermedad de Alzheimer, que es la que se da más frecuentemente, ya que supone entre el 60% y el 80% de los casos de este tipo de trastorno.

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